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“Más de diez veces crucé la frontera; fui deportado, pero valió la pena”

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Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Era el año de 1996 cuando Sergio Velázquez Rocha, con 35 años de edad, decidió por primera vez cruzar la frontera para trabajar en Estados Unidos, luego de una mala racha como comerciante en la Central de Abastos de Morelia. Al tener familia en California, se animó y decidió contactar a un "coyote" para que lo ayudara a pasar de manera ilegal.

Caminó un día completo para llegar a la frontera en Tijuana, junto con un grupo de personas de diferentes estados, y aunque el proceso no fue fácil por los peligros que se corren –una picadura de algún animal ponzoñoso, ser desaparecido por el crimen o detenido por la policía migratoria–, su entusiasmo por ganar en dólares era más fuerte que cualquier otra cosa.

La necesidad económica obligó a Velázquez Rocha, originario de la comunidad Paso Ancho, del municipio de Tzitzio, a emigrar a Estados Unidos, pues en esa época la mayoría de las personas que se dedicaban al comercio estaban en bancarrota y él debía mantener a tres hijos y a su esposa.

(Foto: Cortesía)

Con unos pesos en la bolsa, el joven comerciante cruzó la frontera para llegar hasta California, donde tenía algunos familiares, y ahí comenzó a trabajar en restaurantes como lavaplatos, pero como ganaba solamente 300 dólares a la semana, decidió entrar al oficio de la construcción, donde el pago fue de hasta 500 dólares o más. En esa ocasión permaneció en Estados Unidos 15 años, y después regresó con su familia a Morelia.

Sin embargo, hace diez años decidió cruzar la frontera al menos diez veces más por diferentes zonas para que no fuera detenido por las autoridades migratorias; logró vivir por tiempos muy cortos en San Antonio y Austin, Texas, pero en uno de los intentos fue deportado y sentenciado a cinco años de no volver a entrar a Estados Unidos.

"Siempre te dicen que el sueño americano es lo mejor que te puede pasar, y que cuando llegues a los Estados Unidos ganarás mucho dinero, pero a veces no es así, porque la mayoría de los empleos que nos dan, sobre todo a quienes no tenemos estudios, son muy mal pagados. Los gringos se aprovechan de nuestra condición. Pero mi caso no fue así; siempre me encontré con personas buenas que me ayudaron", relató sonriente.

Entrevistado en la bodega número 54 del Mercado de Abastos de Morelia, donde vende verduras, el hombre de pelo cano y enfundado en un mandil de mezclilla, compartió que en ninguna de las ocasiones que decidió cruzar la frontera de manera ilegal fue víctima de racismo o de violencia física, pero tuvo muchos amigos que incluso fueron detenidos en las redadas que implementan las autoridades estadounidenses.

Aunque su experiencia como migrante la volvería a repetir, ya no son los mismos años cuando los mexicanos podían cruzar la frontera sin tanta inseguridad y miedo a ser asesinados o deportados de forma violenta. "Ahorita sí la pienso; he querido irme de nuevo, pero la época es distinta, además de que ya tengo 61 años de edad".

Por: Guadalupe Martínez/CA

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