Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Aunque comúnmente se asocia con la prevención del estreñimiento, la fibra alimentaria desempeña un papel fundamental en múltiples procesos del cuerpo humano, desde la salud digestiva hasta la prevención de enfermedades crónicas como el cáncer colorrectal y la diabetes tipo 2.
La fibra pertenece al grupo de los carbohidratos, pero a diferencia del almidón y el azúcar, no puede ser digerida ni absorbida por el organismo. Su recorrido intacto por el sistema digestivo permite que actúe como aliada natural para el bienestar integral.
Existen dos formas principales de fibra: la soluble, que se disuelve en agua formando un gel que ralentiza la digestión, y la insoluble, que facilita el tránsito intestinal y aporta volumen a las heces. La mayoría de los alimentos vegetales contienen ambas en diferentes proporciones.
Prevenir el estreñimiento, al aumentar la masa y suavidad de las heces.
Reducir el riesgo de hemorroides y diverticulitis, al promover una digestión más eficiente.
Mejorar los niveles de colesterol, gracias a su capacidad para bloquear la absorción del colesterol LDL o “malo”.
Contribuir a un peso saludable, al generar mayor saciedad y reducir el consumo calórico.
Cuidar el corazón, mediante la regulación de la presión arterial y la reducción de inflamación.
Controlar la glucosa en sangre, en especial en personas con diabetes, al ralentizar la absorción del azúcar.
Incluir fibra en la dieta diaria es más sencillo de lo que parece. Algunas opciones ricas en este nutriente son:
Frutas y verduras frescas, como zanahorias, espinacas, alcachofas, kiwis y peras.
Legumbres y granos enteros, como frijoles, lentejas, garbanzos, arroz y pan integral.
Frutos secos y semillas, como nueces, almendras, pistachos y semillas de girasol.
Verduras cocidas como espárragos, brócoli, ejotes y papas con cáscara.
RPO