Columnas

¿Qué mundo queremos?

Mateo Calvillo

En México hay gente valiosa y grandes éxitos. Podemos construir un país muy bello, pero luchamos contra la maldad de muchos.

Podemos exigir un discurso sin palabras deslumbrantes, sin pretender que es lo máximo. “Hicimos el mejor arreglo posible”. En buena lógica, es una expresión incorrecta y falsa porque el número de los posibles es infinito. Bastaba con decir: logramos un arreglo razonable, lo mejor que se pudo.
Óscar Olvera, brillante clavadista que roza la perfección, gana el oro en natación, trampolín de 3 m; derrota a la gran potencia, China. Es una medalla que vale. Sí se puede, ojalá lo entendieran los atletas que participan en los Juegos Olímpicos.

También hay jóvenes muy brillantes, estrellas de primera magnitud, que han destacado en competencias de ciencia y tecnología. También, en el arte musical, Felipe Tristán gana el concurso para dirigir la Sinfónica de Brooklyn. ¡Enhorabuena!

Hay muchas experiencias de realizaciones en los vientos de las altas cumbres, concursos de experimentos de robótica, de matemáticas y ciencias.

La Semana de Estudios y la Asamblea de SCALA han sido una experiencia de alto nivel de los especialistas de la educación en la fe, que investigan y acompañan a las iglesias de América Latina, para educar en la fe de Jesucristo. La Sociedad de Catequetas de América Latina es una de las grandes organizaciones de esta índole en la Iglesia de todo el mundo.

La presencia de los cárteles complica las relaciones México-Estados Unidos, Wall Street Journal. Aquí se niega tal presencia; en el país del norte, es un dato real, factor que influye decisivamente.

El crimen sigue golpeando, asesinando. Los medios informan de los hechos. Ahora matan no sólo a ciudadanos sino también a líderes importantes, como Mario Machuca, líder de la CROC en Cancún, pero la atención oficial ni siquiera voltea a mirar a las víctimas y sus familiares; están en otra cosa.

Claudia Sheinbaum anuncia el proyecto de reforma electoral que no pasó cuando lo propuso AMLO. Ah, si fuera un paso adelante y un perfeccionamiento de la democracia. Los mexicanos ya conocen estas reformas y sus foros, y los resienten como un golpe demoledor. Se ha perdido la confianza después de años de experiencia, de las consultas y foros “amañados”, como se señala en los medios de comunicación.

En el mundo, Benjamín Netanyahu, de Israel, presenta las imágenes de dos rehenes en condiciones deplorables de salud.

La luz de lo alto

Estos medallistas de oro, vencedores de las más altas cumbres, permiten encontrarse con los mexicanos normales, como todos, superando la impresión de un mundo de acomplejados, derrotistas, conformistas del fútbol y Juegos Olímpicos. Es el mundo bello y grandioso de los seres humanos, nacidos para las cumbres de oro.

Buscamos con cuidado los acontecimientos que deben ser destacados en el devenir de la vida de los mexicanos.

No podemos ser miopes, cegados por los reflectores del espectáculo y negocio del fútbol, que pretende ser el único deporte de los mexicanos, que vale la pena en la televisión y los medios.

Pero a muchos mexicanos cae como una patada en el estómago, intuyendo lo que se va a venir: el anuncio del fin de la democracia y la imposición de un régimen autoritario.

El presidente Trump no acepta los datos del empleo, acusa que los falsifican, bien establecidos científicamente. Él tiene otros datos.

Necesitamos una gestión de la cosa pública, lúcida y crítica, que contemple la realidad como es y la asuma; en la que el discurso político no se distancia de los hechos y crea una realidad virtual de ficción, donde los vicios se niegan y se lavan sólo en el lenguaje oficial, populista.

No se puede imponer una política convenenciera, ventajosa, como la de Benjamín Netanyahu, que ve el sufrimiento de dos de sus rehenes durante el genocidio realizado en Gaza, los miles de asesinados con los bombardeos y la hambruna que les inflige. ¿Dónde quedó la coherencia, la justicia, los grandes valores que norman la vida de los individuos y los países?

En nuestro concepto del mundo y del individuo, no podemos resignarnos a un mundo de corrupción, de obsesión por el poder y sus ventajas, de hipocresía y mentira. En la realidad, creemos en un mundo de valores, de verdad, de justicia.

Sólo que, en los hechos, muchos seres corruptos y gobiernos creen en ese mundo, pero en los hechos hacen un mundo de corrupción, desigualdad social, de perversión, de grandes sufrimientos y de muerte.

En nuestra filosofía, creemos en el cosmos según el proyecto inicial del Creador: todo poder, sabiduría y amor. Creemos en un mundo de justicia y de paz, en un mundo libre de bajas pasiones, de hipocresía, del poder concebido como opresión, tiranía, sufrimiento y odio, con un horizonte de caos y holocausto final de sangre y de fuego.

rmr

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