El pasado domingo, la presidenta de la República anunció doce acciones y una serie de actividades a desarrollarse en Michoacán dentro del denominado Plan Michoacán por la Paz y la Justicia. Este es ya el cuarto plan lanzado en los últimos veinte años con el propósito de rescatar a nuestro estado del flagelo de la inseguridad y la delincuencia organizada que, lamentablemente, ha trastocado la vida social, económica y comunitaria de nuestra entidad.
Como lo señalé la semana pasada, la paz es un pilar indispensable para el desarrollo pleno de toda sociedad. La democracia, a su vez, debe contribuir a sostener ese pilar. Sin paz, no es posible aspirar a vivir en democracia; sin justicia, la paz se vuelve frágil e inalcanzable.
Vivir en democracia implica ejercer plenamente los derechos y cumplir con las obligaciones que nos corresponden como integrantes de una sociedad. Por ello, esperamos que estas nuevas acciones conduzcan al restablecimiento del orden social, al combate efectivo contra los flagelos que han afectado la vida productiva, comercial y la libertad de las y los michoacanos.
El plan anunciado contempla mejorar la infraestructura, ampliar servicios y brindar apoyo a la juventud; sin embargo, resulta fundamental reforzar también el componente de la justicia. Ese ha sido, sin duda, el reclamo más persistente en las calles, en las comunidades y en las marchas que, desde el 1 de noviembre, han expresado la exigencia colectiva de vivir en un entorno más justo, seguro y en paz.
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