El pasado 25 de noviembre se conmemoró, como cada año, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una efemeride creada por la ONU que tiene como objetivo generar consciencia entre la población del mundo sobre la gravedad del problema de la violencia que, aún en estos tiempos, aquejan a millones de mujeres y niñas en todo el mundo.

Y es que, basta mencionar que, según cifras de este organismo, a nivel internacional una de cada tres mujeres sufre o ha sufrido algún tipo de violencia de género y cada 11 minutos una mujer o niña muere asesinada por un familiar.

En México, la violencia contra las mujeres es un problema al que nos seguimos enfrentando diariamente. Ya sea en la escuela, en el trabajo, en nuestras comunidades o en nuestra propia familia, mujeres y niñas continúan siendo víctimas de violencia física y psicológica, acoso y abuso sexual o, en situaciones más extremas, de trata de personas, violación y feminicidio.

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, elaborado por el INEGI, siete de cada 10 mexicanas han pasado por al menos una experiencia de violencia a lo largo de su vida y, cuatro de cada 10, durante los últimos 12 meses. La violencia más común es la psicológica, seguida de la sexual, la física y la socio económica.

En Michoacán, por ejemplo, sigue siendo preocupante que, de las mujeres que sufren o han sufrido de violencia de género una gran mayoría no enuncian por temor a represalias o por amenazas de sus victimarios.

Es indudable que México ya no es el mismo de hace 70 años, ha habido cambios importantes.

Actualmente, hay más las mujeres profesionistas y que cuentan con un empleo; hay más mujeres en puestos de toma de decisiones tanto en el ámbito político como en el empresarial; existe una mayor paridad de género en el poder legislativo, en el gabinete presidencial y otras dependencias públicas.

Sin embargo, lo recorrido hasta ahora no es suficiente para eliminar en nuestro país y en Michoacán la violencia de género, al contrario, es importante redoblar esfuerzos y transitar urgentemente de simples campañas de concientización a verdaderas acciones que coadyuven a garantizar el derecho de las mujeres y las niñas a una vida libre de violencia.

Pero algo nos debe quedar claro, el cambio no solo puede venir desde la acción gubernamental, la violencia de género nos incumbe a todos y es un problema cuya solución exige la participación de todos los sectores de la sociedad. Gobierno y sociedad debemos ser conscientes que la igualdad de género es una condición fundamental para garantizar la paz y el desarrollo.