
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- El hígado graso se ha convertido en una de las enfermedades silenciosas más frecuentes en el mundo, afectando a millones de personas. Sin embargo, la buena noticia es que se puede revertir. La clave está en la alimentación.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el hígado es el órgano más grande del cuerpo humano y cumple funciones esenciales como la digestión de alimentos, el almacenamiento de energía y la eliminación de toxinas. Cuando se acumula grasa en su interior, aparece la llamada enfermedad por hígado graso, una afección que puede avanzar hacia problemas más graves como cirrosis o cáncer hepático si no se atiende a tiempo.
Pero, ¿cuál es la mejor dieta para combatir esta condición? La respuesta está en el patrón alimenticio mediterráneo, respaldado por una creciente evidencia científica.
Más allá de ser una moda o un régimen temporal, la dieta mediterránea es un estilo de vida que prioriza alimentos frescos, integrales y ricos en compuestos bioactivos. Aceite de oliva extra virgen, frutas, verduras, legumbres, pescados y cereales integrales son sus pilares.
Reducción de la inflamación y el estrés oxidativo.
La dieta mediterránea tiene un fuerte efecto antiinflamatorio. El aceite de oliva extra virgen, rico en oleocantal, actúa como un antiinflamatorio natural, mientras que las frutas y verduras aportan antioxidantes como las vitaminas C y E, que protegen a las células hepáticas del daño.
Mejora la sensibilidad a la insulina.
Una causa central del hígado graso es la resistencia a la insulina. Al incluir más fibra, cereales integrales y evitar azúcares simples, esta dieta estabiliza los niveles de glucosa, reduciendo así la conversión de azúcar en grasa.
Equilibra la microbiota intestinal.
El llamado "eje intestino-hígado" juega un rol crucial en la salud hepática. La fibra presente en los alimentos mediterráneos alimenta las bacterias buenas del intestino, mejorando la digestión de grasas y reduciendo la inflamación sistémica.
Usa aceite de oliva como principal fuente de grasa.
Come más frutas y verduras todos los días.
Prefiere legumbres y granos integrales sobre productos refinados.
Incorpora pescado y reduce el consumo de carnes rojas.
Evita los alimentos ultraprocesados, azúcares añadidos y frituras.
Revertir el hígado graso no depende solo de perder peso. Se trata de adoptar hábitos sostenibles que favorezcan la salud hepática a largo plazo. La dieta mediterránea, con su sabor y variedad, puede ser la herramienta más poderosa para lograrlo.
RPO