Ozzy Osbourne: el rockero que mordió un murciélago, una paloma… e inhaló hormigas

Ozzy Osbourne redefinió el rock con escándalos, oscuridad y creatividad sin límites
Fue pionero del heavy metal y dos veces incluido en el Salón de la Fama del Rock
Fue pionero del heavy metal y dos veces incluido en el Salón de la Fama del RockFB: Ozzy Osbourne
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Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Ozzy Osbourne, el inigualable vocalista de Black Sabbath y uno de los personajes más irreverentes en la historia del rock, falleció a los 76 años. Su partida no solo deja un vacío en el mundo de la música, sino también cierra un capítulo dorado donde los excesos, la oscuridad y la creatividad se entrelazaron en una figura imposible de imitar.

El legado del “Príncipe de las Tinieblas” va más allá de los acordes inmortales de Paranoid o Crazy Train. También está construido por episodios tan insólitos como el del 20 de enero de 1982, cuando mordió la cabeza de un murciélago real durante un concierto en Iowa, creyendo que era de plástico. “¡Hasta que sentí que se movía en mi boca!”, diría años después.

Ese incidente lo llevó al hospital y le valió un tratamiento antirrábico. Décadas más tarde, el mito se convirtió en mercancía: un peluche con la cabeza removible del murciélago se agotó en horas tras su lanzamiento en 2020.

Pero esa no fue la única vez que la boca de Ozzy fue noticia. Un año antes, en una reunión con ejecutivos de CBS Records, mordió la cabeza de una paloma blanca, en lo que describió como un acto de protesta por no ser escuchado. Fue grotesco, sí, pero también simbólico: desde ese momento, su carrera solista despegó.

Una de las historias más inverosímiles del rock fue confirmada recientemente por Tommy Lee, baterista de Mötley Crüe: en 1984, Ozzy aspiró un rastro de hormigas por la nariz durante una gira conjunta. Lo hizo para “superar” a los demás músicos en una absurda competencia por ver quién era más extremo.

El episodio, relatado en la biopic The Dirt, incluye más escenas escatológicas que, según Lee, también ocurrieron: desde lamer orina ajena en una piscina pública hasta usar sus propias heces como pintura mural en un hotel. Sharon Osbourne, esposa y manager del músico, expresó dudas sobre la veracidad de estas historias, aunque admitió que ayudaron a consolidar su imagen como ícono del caos.

Ozzy Osbourne convirtió el exceso en arte y los escándalos en parte esencial de su leyenda. Más que un rockero, fue un símbolo de la libertad creativa, un espejo donde el caos encontró ritmo. Su muerte no es un punto final, sino una nota más en una sinfonía inmortal.

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