Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- En Japón, el país donde la tecnología y la alimentación funcional conviven con naturalidad, existe una bebida que desafía la lógica del refresco tradicional: Coca-Cola Plus, una “coquita” sin azúcar, sin calorías y con fibra dietética, avalada por el propio gobierno japonés como bebida funcional.
Imagínate tomar un refresco después de una orden de tacos y que, en lugar de sumar culpas, ayude al cuerpo a manejar mejor las grasas. Esa es la promesa de Coca-Cola Plus, una variante lanzada en marzo de 2017 en Japón que se convirtió en fenómeno cultural entre turistas y consumidores locales.
A diferencia de Coca-Cola Zero o Light, esta versión no solo elimina el azúcar: incorpora fibra dietética como ingrediente activo. Cada botella de 470 mililitros contiene dextrina resistente, una fibra soluble que no se digiere en el intestino delgado y que puede disminuir la absorción de lípidos.
El gobierno japonés certificó a Coca-Cola Plus bajo el sistema FOSHU (Foods for Specified Health Uses), reservado para productos que demuestran, con evidencia científica, beneficios específicos para la salud. En este caso, la empresa comprobó que su consumo junto con comidas grasas reduce el aumento de triglicéridos en la sangre.
Aunque suene contradictorio, el éxito regulatorio en Japón es la razón por la que no puede venderse igual en otros mercados. En Estados Unidos, la FDA exige estudios clínicos más amplios y revisados por pares independientes; en Europa, la EFSA ha rechazado cientos de productos por falta de evidencia concluyente.
Además, en países como México, Canadá o Estados Unidos, no se permite etiquetar bebidas con frases como “reduce la absorción de grasa” sin autorización expresa de las autoridades sanitarias. Sin ese aval, Coca-Cola Plus tendría que cambiar su narrativa… y su atractivo.
Coca-Cola Plus en México podría parecer una alternativa interesante. No tiene azúcar ni calorías, y encajaría en la tendencia de bebidas funcionales, un mercado que en el país ya supera los 3 mil millones de dólares.
Sin embargo, su llegada implicaría trámites regulatorios ante Cofepris, ajustes de etiquetado y, quizá lo más complejo, educar al consumidor mexicano, poco habituado a refrescos con fibra.
RPO