JOSIMAR LARA
Morelia

Fuerte como la madera, conoce la historia de Debanhi, mujer carpintera

Debanhi Mendoza es un ejemplo de cómo las mujeres pueden abrirse camino en oficios tradicionalmente masculinos

Josimar Lara

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- “Ser carpintera es volver ideas realidad, es traer esas imágenes que uno tiene en la mente, para cubrir necesidades que a uno le surgen, traerlas a este plano y hacerlas funcionales. Eso es muy satisfactorio”, expresa Debanhi Carolina Mendoza Acosta, una mujer que ha encontrado en la carpintería una pasión y una forma de vida.

A sus 31 años, esta joven originaria de Mexicali, Baja California, pero residente en Morelia, ha enfrentado retos y dificultades en un oficio históricamente ejercido por hombres. Sin embargo, su talento y determinación le han permitido ganarse un lugar en el gremio, con lo que ha demostrado que la carpintería no tiene género.

Un talento forjado desde la infancia

Desde pequeña, Debanhi mostró interés en la carpintería gracias a la influencia de su padre, quien la involucró en el oficio desde temprana edad. Él le enseñó a identificar herramientas, a manejarlas con respeto y, sobre todo, a perderles el miedo.

“Todo surge porque tuve el privilegio de que mi papá, desde muy niña, me trajera con él a ayudarle a reparar cosas. Me enseñaba el nombre de las herramientas; él nunca me mostró miedo a utilizarlas, al contrario, sino a tenerles respeto. Me gustaban mucho los trabajos manuales. Por ejemplo, cuando era el 10 de mayo, le pedía las herramientas a mi papá y yo le hacía pequeñas cosas de madera a mi mamá”, recuerda.

Esta afinidad la llevó a estudiar Diseño Industrial, pero al egresar, las dificultades para encontrar empleo en su campo la impulsaron a dedicarse de lleno a la carpintería hace aproximadamente siete años.

“Sí fue muy difícil, porque normalmente los diseñadores industriales se van a un trabajo de oficina, en computadora. Es raro verlos en un taller, más a una mujer. Sí me las he visto difícil para encontrar un trabajo, pero afortunadamente ha habido personas que han confiado en mí”, destaca.

Rompiendo barreras y estereotipos

A lo largo de su carrera, Debanhi ha enfrentado prejuicios y cuestionamientos sobre sus habilidades. En diversas ocasiones, ha notado la incredulidad de colegas en los centros de trabajo en los que ha estado, ante su capacidad para realizar ciertos trabajos.

“Se dudaba que yo hubiera hecho algunos trabajos. Cuando tenía 22 años, entré a trabajar a una empresa en donde era carpintera. Hacía algunas mesas grandes para exteriores, un kiosco para áreas recreativas. Se dudaba que yo lo hubiera hecho, pero desde cero me tocó desarmar tarimas, desenredar carretes de cable, construirlo con mis propias manos”, resalta.

Además, ha experimentado situaciones en las que, al acudir a ferreterías a comprar materiales, le cuestionan su conocimiento sobre la materia prima necesaria para elaborar muebles. Sin embargo, ha sabido contrarrestar estos comentarios con su trabajo y el respaldo de una comunidad que valora su talento.

Una comunidad que impulsa su crecimiento

Aunque ha trabajado con clientes y jefes hombres, han sido otras mujeres quienes le han dado el impulso y la motivación para seguir adelante. Actualmente, Debanhi estudia una Maestría en Ciencia y Tecnología de la Madera, lo que refuerza su compromiso con su oficio y su deseo de crecer profesionalmente.

“Es bonito que cuando yo digo que soy carpintera, por el simple hecho de tener ese oficio, pueden contar con un buen trabajo”, expresa.

A través de su proyecto Manos Descalzas, Debanhi también ha encontrado una plataforma para compartir sus conocimientos. Ha sido invitada por asociaciones y dependencias, como la Escuela de Mujeres y la Seimujer, para impartir talleres de carpintería dirigidos a mujeres.

Inspirando a nuevas generaciones

La presencia de Debanhi en un ámbito predominantemente masculino no solo rompe con los estereotipos, sino que también inspira a otras mujeres a considerar oficios tradicionalmente ocupados por hombres.

“Yo creo que debe normalizarse, todavía no es tan común. Trabajé hace unos años en una escuela Montessori, donde bastantes niñas me veían ahí construir un salón, construirles muebles. Ellas desde chiquitas veían: ‘Ah, existen mujeres carpinteras’. Pero muchas adultas no lo tienen normalizado, para ellas todavía les causa sorpresa. Lo que falta es que más mujeres se sumen a este tipo de oficios”, subraya.

Por ello, su consejo es claro: perder el miedo a las herramientas y romper con la idea de que las mujeres no pueden desempeñarse en estos trabajos.

“Hay que hacer lo que el corazón dicta. Yo creo que la vida es difícil, pero tenemos que hacer lo posible por hacer lo que amamos. Si tienen inquietud de incursionar en esas áreas poco tradicionales, hay que darnos la oportunidad de hacerlo, porque tenemos toda esta capacidad tan grande. A lo mejor nuestras abuelitas no la tuvieron. Siento que es una responsabilidad, casi, casi, tomar esas oportunidades y volver realidad esos sueños, esos anhelos, ahora que es más posible estar donde queremos estar”, sostiene.

Con su pasión, esfuerzo y dedicación, Debanhi no solo ha construido muebles, sino también un camino para que más mujeres se abran paso en el mundo de la carpintería.

AML

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