Por Alberto Saavedra/@TWsaavedra
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Fueron diez días de largas filas, flashes, alfombras rojas y grandísimas proyecciones. El Festival Internacional de Cine de Morelia logra, con su edición número 14, consolidarse como el mejor festival de cine de México y uno de los más importantes de América Latina.
Y es que poco más de una semana al año dedicada al cine de calidad y al amor por la cinematografía puede sonar mínimo, sencillo o poco relevante para algunas personas, pero la realidad confirma que es un esfuerzo titánico, agotador y, al final de todo, increíble y valioso.
Pocas ciudades en el mundo dedican dinero y sobre todo interés a enriquecer la cultura cinematográfica. Si le quitamos el FICM a Morelia, ¿quién apoyaría a los cineastas locales?, ¿cómo lograríamos acercarnos a filmes tan complejos y distantes desde una simple sala de cine comercial?, ¿cuántos kilómetros tendríamos que viajar para poder preguntarle algo a Quentin Tarantino, Bela Tarr o Audrey Tautou?
El amor al cine -que no se le olvide a nadie- es el principal motor de este festival que está cercano a los quince años y la consolidación histórica. Artistas, prensa internacional, jurados excelsos, fans con sus celulares, hoteles y bares llenos, cine gratuito, la ciudad se transforma para los que desean experimentarla bajo el mando de los proyectores.
Con más de 200 filmes en exhibición y muchos de ellos con acceso gratuito, el festival cumple con su labor de acercar el cine a todos los mexicanos posibles (sobre todo al público moreliano que puede presumir de un gran evento fílmico que no muchas ciudades comparten).
La industria hotelera se ha declarado muy satisfecha con un 100% de ocupación, y algo muy similar pasa con los negocios locales como bares, restaurantes, tiendas y galerías.
En esta décimo cuarta edición, el el FICM se hicieron presentes diversos factores que pudieron alterar su agenda. Uno de los principales problemas fueron, de nueva cuenta, la inseguridad de la ciudad y sus altos niveles de violencia en semanas anteriores al evento. Las marchas y protestas por parte de aspirantes a la educación superior también mancharon el entorno del festival, logrando que ciertas pláticas o presentaciones no se realizaran a la hora definida o que no se realizaran en absoluto.
Entre las filas inmensas y los empujones para acceder a un buen lugar en la alfombra roja, algunas funciones de este festival sufrieron retrasos inmensos en su proyección. La organización se vio más angustiada por la carga de trabajo y, entre algunas disculpas y reprogramaciones, el público debió ver ciertas cintas sentados en el piso o de plano no pudieron acceder, aún pagando su boleto.
Además de que la ansiada presentación de Audrey Tautou en los quince años del filme Amelie, que fue proyectado en la Plaza Benito Juárez con un lleno total, fue cancelada por "problemas de seguridad".
Lejos de estos detalles que podrían considerarse mínimos, pero en aumento, el público moreliano también pasó algunos aprietos cuando fueron regañados por no guardar silencio, no apagar su celular o estar tomando videos (acto que quedaba estrictamente prohibido por asuntos de derechos de autor) a las películas en exhibición.
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Lo destacable son los apoyos a los ganadores del festival, en donde cineastas amateur y profesionales en México pueden exhibir sus filmes, cortos o documentales para lograr captar la atención de alguna distribuidora o también para hacerse de un "boca en boca" que le genere éxito a su filme. Todo esto teniendo en cuenta que algunas películas que se proyectaron en este festival ya no volverán a proyectarse de nuevo en una sala de cine.
Los premios en esta edición rebasaban los 2 millones de pesos.
Un caso de apoyo total a un gran proyecto fue el documental "Bellas de Noche" de María José Cuevas, documental sobre las vedettes mexicanas de los años 70s y su vida en este siglo. Un aporte colosal para que recientes generaciones conozcan cómo era la vida cotidiana y el espectáculo en el México de sus padres y abuelos.
Ganadora de varios premios en esta edición del festival, el documental de Cuevas seguramente se hará cada vez más distribuido y llegará a miles de personas en el continente.
Lo mismo para Juan Perros, Taller de Corazones, Verde, Tempestad y Resurrección, proyectos cinematográficos que sin duda desbordaron capacidad y deleite en un público moreliano que espera con muchas ansias un quinceavo festival de cine en Morelia que realmente celebre el mundo cinematográfico, en 2017, con todo.
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