Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- La infancia es una de las etapas más bonitas y, para muchos, está llena de buenos recuerdos. Sin embargo, para otros, la realidad es más compleja. En Michoacán, al igual que en otros estados, la violencia se ha convertido en parte cotidiana de esta etapa de vida, ya sea como víctima o victimario.
La Convención sobre los Derechos del Niño define “niño” como una persona menor de 18 años, a menos que las leyes pertinentes reconozcan una mayoría de edad anterior.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Michoacán viven cerca de un millón 544 mil menores de 18 años, quienes poco a poco normalizan los actos de violencia, en muchas ocasiones desde el seno familiar, el entorno social o la convivencia escolar.
Este fenómeno provoca, en distintos niveles, que la inocencia se vea truncada, a tal grado que, en ocasiones, termina por arrebatar la vida de los menores.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), Michoacán ocupa el segundo lugar nacional, solo por debajo de Guanajuato, en homicidios dolosos contra menores, con 18 casos registrados entre enero y marzo de este año. Todos fueron perpetrados con arma de fuego y, entre las víctimas, se encontraban tres mujeres.
Apenas el pasado 9 de febrero el estallido de una mina arrebató la vida de un adolescente que trabajaba en una huerta de limón en la comunidad de Santa Ana Amatlán, en el municipio de Buenavista.
La cifra del primer trimestre ya supera los 16 casos registrados en todo 2024. En cuanto a homicidios culposos en menores, Michoacán suma 47 casos.
En el país, entre enero y marzo, 209 menores fueron víctimas de homicidio doloso, la mayoría con arma de fuego. Guanajuato encabeza la lista con 45 casos.
Teresa Torres, consultora y especialista en seguridad ciudadana, considera extremadamente preocupante la normalización de la violencia y su escalada en la entidad.
“El nivel de letalidad, de normalización, la gravedad de lo que está ocurriendo con los menores, con nuestras niñas, con nuestros niños, con nuestros adolescentes en Michoacán. Ellos son el síntoma de que hemos estado dejando de hacer los adultos”, señala.
Por su parte, Guadalupe Rangel Reyes, psicóloga clínica y directora del Centro Psicológico Integral Insight, reconoce que la violencia entre niños y jóvenes ha aumentado debido a diversos factores. Uno de ellos es la confusión entre la crianza asertiva y la falta de límites.
“La necesidad de un niño es sentirse regulado, que sus papás lo regulen, sentirse cuidado, valioso para sus papás. Las situaciones de violencia pueden estar relacionadas porque los papás ya no tienen tiempo. El niño les quiere platicar y el adulto suele minimizar los problemas, lo que genera enojo y un sentimiento de abandono”, explica.
Agrega que las series y juegos violentos también afectan la salud mental de los menores, ya que aún no tienen la capacidad de procesar ese contenido.
La normalización de la violencia, junto con factores como la pobreza y la falta de educación, ha distorsionado las aspiraciones de las infancias. En el reportaje publicado por este medio el 30 de abril de 2024, titulado Infancia michoacana; sueños, realidades y contrastes, se reportaba que en el estado más de 227 mil menores trabajan y 137 mil viven en pobreza extrema.
Desde hace años, algunos menores aspiran a formar parte del crimen organizado. Tal es el caso del pequeño Juan, quien, a sus seis años, jugaba “a los balazos” con amigos en el municipio de Zamora y expresó su deseo de tener “una camionetona y harta lana”.
Según los datos más recientes del Inegi, en la entidad hay 16 menores internados en el tutelar: 14 por portación de arma de fuego, uno por lesiones y otro por homicidio.
El Sesnsp también reporta que, en el primer trimestre de 2025, se registraron 187 casos de lesiones contra menores en Michoacán.
“Como sociedad, como familias, creo que lo que nos está fallando mucho, específicamente en Michoacán, tiene que ver con que se nos olvida que la impunidad se aprende en casa, y es un tema que no nos gusta tocar porque es muy incómodo. La institución más violenta del país es la familia”, enfatiza Tere Torres.
La especialista, quien cuenta con más de mil 500 horas en espacios penitenciarios de máxima seguridad, advierte que muchas personas privadas de la libertad por delitos de alto impacto provienen de familias fracturadas que vivieron abusos durante la infancia.
En este contexto, hizo un llamado a recuperar valores como la honorabilidad y la empatía.
“Ha habido muchos síntomas que estamos dejando de ver. El crimen organizado, que son grandes psicólogos y antropólogos sociales, terminan por darles a nuestros niños, a nuestros adolescentes, un proceso de identidad que no hemos sido capaces de darles en comunidad y en familia”, cuestiona.
¿Hasta qué punto es responsable un menor de sus actos violentos o de ser víctima de la violencia?
¿Qué pasa con los corridos tumbados?
El pasado 17 de abril entró en vigor el decreto firmado por el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, que prohíbe a las autoridades otorgar permisos para eventos públicos donde se interprete o reproduzca música que haga apología del delito. Esta medida aplica para plazas, auditorios, estadios, ferias y otros espacios públicos.
Apenas el pasado lunes, el regidor Hugo Servín propuso extender la prohibición a bares y antros de Morelia, para evitar la difusión de este tipo de música.
En este sentido, Guadalupe Rangel considera que la medida podría ayudar a disminuir la violencia, pero insiste en que el cambio debe comenzar en casa. “¿Qué le estás permitiendo escuchar y ver a tus hijos?”, cuestiona.
“Hay niños de kínder y guardería que llegan cantando esas canciones, y a esa edad no tienen toda la connotación mental de lo que dice la canción, pero si el niño crece escuchando y normalizando este tipo de música, son niños que a los ocho años quieren agarrar un arma de fuego. A los cinco años ya entienden lo que es un arma y los términos de matar o morir”, comenta.
rmr