El memorial dedicado a los estudiantes Abarca y Tavera localizado en la Av. Francisco I. Madero, frente a la Biblioteca Pública Universitaria ARTURO VÁZQUEZ
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El Memorial de Abarca y Tavera: Un monumento olvidado que rememora la lucha nicolaíta por la educación

El hecho que ocurrió en 1949 generó la destitución del gobernador, el rector y un comandante, así como la creación de nuevas carreras técnicas y facultades dentro de la UMSNH

Arturo Vázquez

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Cuando hablamos de los grandes monumentos de Morelia, seguramente lo primero que nos llega en mente son las colosales e impresionantes edificaciones que consolidan el centro histórico de la idílica metrópoli de la cantera rosa. Tan grandes y vastas son sus edificaciones finamente ornamentadas que, el 12 de diciembre de 1991, la ciudad obtuvo el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad decretado por la UNESCO.

Sin embargo, existen algunos puntos que se mantienen al margen de la monumentalidad céntrica y otros que se encuentran escondidos dentro de la misma, motivo por el cual, es pertinente recordar que practicante todas las construcciones históricas del centro, sean monumentales o pequeñas, forman parte de un largo proceso de edificación, convirtiéndose en piezas clave para comprender e interpretar la historia local. Por ello es importante proteger el patrimonio histórico de Morelia, porque más allá de la cantera visible y del bronce de sus placas, se esconden pequeños fragmentos de nuestra identidad como sociedad.

Con el tiempo, algunos sitios han sido borrados por el paso del progreso y en su lugar se han insertado nuevos espacios de convivencia, transitorios y carentes de importancia, muchos de ellos desposeídos de cualquier simbología, identidad o relación histórica. Por otra parte, existen lugares en los cuales se ha intervenido, agregando memoriales que rememoran diversos acontecimientos, algunos de ellos dolorosos y que logran tocar las fibras más sensibles de nuestra sociedad.

Ejemplo de ello, es el pequeño memorial dedicado a los estudiantes Abarca y Tavera localizado en la Av. Francisco I. Madero, frente a la Biblioteca Pública Universitaria. Este peculiar monumento desposeído de identidad a falta de placa recuerda uno de los momentos más turbios suscitados entre el gobierno y la máxima casa de estudios del Estado de Michoacán.

La efervescencia de los hechos antecede de 1944, año en que José María Mendoza Pardo llega al poder de la gubernatura estatal. Impulsado por la política federal, la gestión de Mendoza Pardo se caracterizó principalmente por buscar el máximo ahorro del capital público. Sin embargo, a partir de 1946, esta administración fiscalizadora se convertiría en una gestión ineficiente que perjudicaría directamente en el subsidio otorgado a la Universidad Michoacana.

Esto provocaría una serie de manifestaciones de parte de estudiantes universitarios exigiendo elevar el subsidio otorgado a la máxima casa de estudios, situación que culminaría con la destitución del rector José Gallegos y el ascenso de Porfirio García de León González a la rectoría universitaria.

Los años de 1947 y 1948 se caracterizarían por las constantes manifestaciones universitarias en contra del gobierno michoacano solicitando la misma demanda: el incremento del subsidio. La solicitud de los nicolaítas se sustentaba en que la universidad tendría drásticas dificultades para incorporase al mundo profesional que estaba en transformación debido al panorama internacional provocado por la Guerra Fría. En 1949, la sociedad comenzaba a tener dudas sobre la administración “ahorrativa” de Mendoza Pardo, quien decidió invertir un millón de pesos en la construcción de un teatro al aire libre para fines personales.

Finalmente, el 28 de julio de 1949, se realizó el dictamen para disponer del recurso para el futuro teatro, pero los universitarios emprendieron un mitin con el objetivo de intervenir en la decisión del Congreso. Otros contingentes protestaron violentamente con piedras y palos contra el Palacio de Gobierno, las oficinas del PRI y la casa del gobernador Mendoza. Este último tomó la decisión de llamar al general Cristóbal Guzmán Cárdenas para solicitar la intervención del ejército.

El ejército arremetió ferozmente contra los contingentes estudiantiles que corrían por la Av. Madero, en el acto resultaron heridos algunos universitarios y se confirmaría el asesinato de los alumnos Agustín Abarca y Armando Tavera Torres.

El escenario anticomunista del panorama internacional de la época ayudó a justificar los hechos del gobernador Mendoza Pardo, quien acusó a los partidos comunistas, al rector de la universidad y algunos medios de comunicación de haber iniciado la revuelta. Por su parte, el rector García de León solicitó al presidente Miguel Alemán Valdés, la suspensión de los poderes estatales y la destitución del gobernador.

Para solucionar el problema se tomaron algunas medidas que consistieron en la destitución oficial del gobernador José María Mendoza Pardo, del rector Porfirio García de León González y del comandante Cristóbal Guzmán Cárdenas, además de pagar una indemnización a la familia de Abarca y Tavera y de llegar finalmente a un acuerdo con respecto al subsidio. Esta lucha también trajo consigo la creación de nuevas carreras técnicas y facultades dentro de la UMSNH, como odontóloga, economía, ciencias químicas y filosofía.

En cuanto a los estudiantes fallecidos, ambos fueron sepultados en el Panteón Municipal de Morelia y en 1950 se erigieron placas por parte de la rectoría universitaria y del consejo estudiantil que buscaban recordar los sucesos ocurridos. Además, se levantaría el pequeño memorial ubicado al frente de la Biblioteca Pública.

La historia puede llegar a ser un poco irónica, porque a pesar de los esfuerzos de la universidad michoacana para evitar que el recuerdo de aquellos hechos sucedidos el 28 de julio de 1949 no queden en el olvido, la triste realidad es diferente. Muchos nicolaítas ignoran esa parte de la historia universitaria y el monumento al igual que las tumbas de ambos mártires han sido vandalizadas en reiteradas ocasiones, muchas veces ante la ignorancia de lo que buscan recordar.

Por último, solo nos queda resguardar cuidadosamente aquellas historias que pueden contar nuestros espacios históricos que pueden otorgar voz a quien ya no tiene y ofrecen la oportunidad de sacar del olvido al pasado. En cuanto al memorial de Abarca y Tavera, sin mucha información y solo conocido por los nombres de ambos estudiantes, que es lo único que no ha sido víctima del vandalismo, custodiado solo por dos árboles que crecieron en el sitio, solo faltaría agregar, por ejemplo, el epitafio que se encuentra en la tumba del nicolaíta Tavera:

A la Memoria de Armando Tavera Torres. Estudiante nicolaíta caído el 28 de julio de 1949 cuyo sacrificio en aras de la justicia universitaria perdurará en la conciencia del pueblo de México y en las futuras generaciones nicolaítas.
Epitafio en la tumba del nicolaíta Tavera

Bibliografía consultada

Naranjo, F. (2017). El gobernador de Michoacán y el conflicto universitario de 1949. La mirada de Nemesio García Naranjo. Historia y Memoria, núm. 15, pp. 243-293, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Oikión, V. (2000). “Crónica de un derrumbe anunciado: el conflicto universitario de 1949”, en Adriana Pineda Soto y Eduardo N. Mijangos Díaz, La Universidad Michoacana a fin de siglo, Morelia, Michoacán: UMSNH.

Rangel, L. (2022). El movimiento estudiantil en la Universidad Michoacana, 1956-1966. Morelia, Michoacán: UMSNH/IIH.

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