Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Las antiguas historias de Valladolid cuentan que la pila de las Carmelitas (actualmente desaparecida) fue testigo de una historia de amor que dio mucho de qué hablar durante años por toda la ciudad.
Era el convento de las Carmelitas uno de los más austeros de toda la urbe y vivían pobrísimamente con muy poco trato con el mundo exterior. Sin embargo, su vida era verdaderamente ejemplar y hondamente conmovía por su gran espíritu de oración.
A esta santa casa de recogimiento trajeron un día una joven de hermoso aspecto —Rosaura de Mendoza—, no para convertirse en monja, sino para corregir su vida que, en opinión de sus padres, estaba muy desorientada.
Rosaura, al ser integrante de una familia acomodada, entabló lazos con las mejores familias de época, conociendo en la casa del célebre realista Juan Antonio Riaño a un apuesto joven guanajuatense llamado Alfonzo Berzábal, quien a pesar de su edad traía consigo los ideales filosóficos de la Revolución francesa.
Alfonso y Rosaura entablaron un romance como ningún otro y conforme pasaba el tiempo su amor florecía como lirio en primavera, rodeados del refinamiento que la opulenta Guanajuato podía ofrecer.
Cuando los padres de Rosaura recibieron la información sobre los acontecimientos de la causa insurgente en Guanajuato, decidieron separar a la pareja y optaron por internar a la joven con las Carmelitas descalzas de Valladolid.
Sin embargo, esto no detendría al joven Berzábal, quien decidió cautivar a su enamorada encaminándose hasta Valladolid con románticas serenatas, ignorando que estas acciones “pecaminosas” causaban la ira de las monjas que observaban el amor de los jóvenes como un acto mundano.
La dulce pareja preparaba su escape en los primeros días de noviembre, mientras tanto se veían en una modesta fuentecilla en las cercanías del convento, que causaba el delirio de las monjas al sentir que la fuente estaba siendo profanada por los amantes.
El movimiento de Independencia estalló finalmente y la masacre de la alhóndiga de Granaditas fue poco conocida en Valladolid, pero la noticia tomó gran fuerza cuando el Obispo Abad y Queipo excomulgó al cura Hidalgo en 1810.
La tragedia en Guanajuato produjo enormes listas de muertos en ambos bandos. Hombres como el realista Juan Antonio Riaño y su hijo Gilberto perdieron la vida aquel día, sumado a las vidas perdidas de los jóvenes de las más distinguidas familias guanajuatenses, entre ellos el joven Alfonso Berzábal.
Ante la luz pavorosa, pero siempre traslucida, que proyecta la muerte sobre nuestras vidas, Rosaura recibió la noticia de la muerte de su prometido aquel 28 de septiembre. Sus sueños se vieron destruidos por la guerra, provocando una rara psicosis en la joven que lentamente se sumergía en los abismos depresivos del proceso de duelo.
Agotada, amargada y muy destrozada, Rosaura se dirigía de vez en cuando a la orilla de la fuente observando los paisajes vallisoletanos imaginando al joven Berzábal batiéndose en Granaditas para luego caer inerte para siempre, despidiéndose de sus sueños.
Con una alucinación muy propia del estado en que se encontraba, Rosaura creyó ver a su prometido regresar por ella para finalmente comenzar una vida juntos. La joven no pudo más y se entregó a los brazos de la histeria. Las Carmelitas aprovecharon aquella situación para despedirla y devolverla finalmente a casa.
Relato inspirado en la obra del poeta y ensayista José Zavala Paz.
AVS