Día a día nos encontramos inmersos en una infinidad de actos jurídicos como pueden ser; la compraventa de un artículo por internet, un accidente por hecho de tránsito, el arrendamiento, venta e hipoteca de un bien inmueble, el dictado de un testamento, la tramitación y registro de actas de nacimiento, matrimonio y defunción, los cuales se realizan sin una debida asesoría legal.
Lo anterior cobra notoriedad cuando esos actos jurídicos son controvertidos por las partes interesadas y hasta ese momento se percatan de la existencia de errores en los nombres de las personas, domicilios, cantidades e incluso en obligaciones a cargo, lo que genera un fuerte dolor de cabeza y entonces; la contratación de un abogado para que les explique cuál fue el error, los alcances jurídicos del mismo, y el honorario profesional que significará poderlo corregir, si es el caso, para finalmente resolver la controversia legal existente. Por ello tome en cuenta estas tres consideraciones:
1. Cuando acuda a una dependencia de gobierno a realizar un trámite y no le quede claro lo que está haciendo o le están pidiendo; pregunte sin pena y que no lo apresuren.
2. Cuando acuda a una notaría pública a realizar un acto jurídico y no le quede claro lo que está haciendo o le están pidiendo; pregunte sin pena y que no lo apresuren.
3. Cuando vaya a firmar un pagaré como deudor o fiador, un contrato, un préstamo o cualquier documento que le engendre obligaciones, o cuando preste una declaración ante Fiscalía, y no le quede claro lo que está haciendo o le están pidiendo; pregunte sin pena y que no lo apresuren.
Si leyendo y preguntando no le queda claro, es en ese preciso momento que Usted necesita un abogado, alguien que lo asesore antes de que firme, lo entrevisten, declare o haga algo por alguien. Esto no tiene por qué molestarle a su interlocutor sino por el contrario, ya que será acompañado por alguien que entenderá mejor y le explicará puntualmente los alcances de lo que está por realizar.
En mi ejercicio profesional como abogado, he visto que las personas por pena no preguntan y firman, que por flojera no leen los términos de un acuerdo de voluntades y firman, que por no quedar mal con el familiar o amigo, firman y se comprometen a cosas que al día de mañana serán problemas.
En este momento contar con un abogado de confianza no es un gasto, es una inversión, porque vendrán momentos difíciles en sociedad donde se pondrán en juego sus derechos e intereses ante órganos jurisdiccionales que podrán ser dirigidos deficientemente con motivo de la reforma al Poder Judicial.
¿Usted ya cuenta con un abogado de confianza, o seguirá sin leer las letras chiquitas?
Usted ya tiene el veredicto
RYE