El reciente asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada son un acto de desestabilización política.
Hubo precisión y profesionalismo del ataque, así como una planificación meticulosa, lo que sugiere la intervención de actores con conocimiento interno y acceso a información confidencial.
Este doble homicidio no solo representa una tragedia personal, sino que también envía un mensaje de intimidación al entorno político de la capital.
La elección de las víctimas y la ejecución del crimen en una arteria principal como la Calzada de Tlalpan refuerzan la hipótesis de una operación con fines estratégicos, más allá de un acto delictivo común.
El gabinete de crisis federal -el propio Harfuch ordenó un equipo especial de inteligencia- sugirió que se revise desde el interior de la Mañanera ya que se hallaron indicios que se orquestó la transmisión y grabación del actuar de los funcionarios presentes.
Además, Inteligencia no descarta revisar la disputa del cártel Unión Tepito y la Fuerza Anti Unión. Harfuch se cimbró porque recordó el ataque en su contra; Brugada se vio pasmada.
Se observó a los militares sin una muestra de asombro en la mañanera: no olvidemos el trasfondo de disputa entre Harfuch y los castrenses. La baraja se abrió.
RYE