Por M. en D. Marisol Regalado Moreno
Cada 15 de mayo se conmemora en México el Día de las Maestras y los Maestros. Más allá de una efeméride, esta fecha representa una oportunidad para reflexionar sobre el papel crucial que desempeña el magisterio en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y consciente.
Las y los docentes no solo imparten conocimientos. En múltiples contextos, especialmente los más vulnerables, asumen también roles de cuidado, contención emocional y guía personal. Para muchas niñas, niños y adolescentes, la escuela no es únicamente un espacio de aprendizaje: es un refugio. Es ahí donde encuentran estabilidad, afecto y acompañamiento que a menudo no están presentes en otros ámbitos de su vida.
Hoy, la docencia enfrenta retos complejos. Uno de los más significativos es la incorporación de una perspectiva de género en el modelo educativo. Esto implica no solo reconocer que niñas y jóvenes poseen las mismas capacidades y derechos que sus compañeros varones, sino también generar entornos educativos en los que se fomente la participación equitativa en lo académico, lo científico y lo social. En paralelo, el incremento del acoso escolar, el bullying y la violencia de género dentro de los espacios escolares demanda acciones decididas, formación continua del personal docente y políticas públicas transversales.
En este escenario, el sistema educativo actúa como un espejo de nuestras relaciones sociales. Reproduce —o desafía— los patrones culturales que moldean las aspiraciones, identidades y trayectorias de vida del estudiantado. Por ello, abordar estos desafíos no es opcional, es una necesidad urgente.
Ante esta realidad, el Gobierno del Estado de Michoacán ha puesto en marcha una serie de medidas enfocadas en fortalecer la justicia laboral del magisterio. A través de la Secretaría de Educación, se han entregado más de 8,200 Formatos Únicos de Personal (FUP), así como promociones, horas adicionales y otros documentos que otorgan certeza jurídica y reconocimiento profesional a maestras y maestros. Estos procesos, realizados de forma masiva y transparente, han tenido como fin erradicar prácticas corruptas e intermediarios, garantizando acceso igualitario y libre de intereses partidistas.
Durante la actual administración estatal, no se han registrado paros por falta de pago o incumplimiento de obligaciones contractuales, -lo ha sostenido el gobierno del Estado- un hecho que marca un precedente importante en el respeto a los derechos laborales del magisterio michoacano.
Dignificar la labor docente no es solo un acto de justicia: es una estrategia esencial para elevar la calidad de la educación, fortalecer el tejido social y formar generaciones más conscientes y comprometidas. Reconocer la entrega de maestras y maestros no debe limitarse a un día del calendario. Su labor merece respaldo institucional, estabilidad laboral y valoración permanente.
Porque en cada aula, detrás de cada libro abierto y cada duda resuelta, hay una mujer o un hombre que cree en la transformación social a través del conocimiento. Esa visión merece, al menos, nuestro respeto, gratitud y exigencia como sociedad con una responsabilidad compartida entre maestros, maestras, padres y madres de familia, y el Estado.
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, UMSNH