En un contexto político en el que la voz de la disidencia parece ser cada vez más apagada, es crucial reconocer quiénes están realmente alzando la bandera de la oposición en México. A menudo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sido objeto de críticas y descalificaciones, pero en los hechos hemos demostrado que somos nosotros quienes en realidad estamos haciendo frente al desastre que representa el gobierno de cuarta, encabezado por Morena.
Desde que asumieron el poder, los líderes de Morena han evidenciado un preocupante acercamiento a prácticas que desdibujan la línea entre el poder político y el criminal. Con el escándalo de la colusión con grupos delictivos, se han permitido extorsiones, secuestros y robos que no solo afectan a emprendedores y comerciantes, sino que también desestabilizan el tejido social. Esta complicidad ha dejado a la población en un estado de vulnerabilidad alarmante en el que el miedo se ha vuelto una constante en la vida cotidiana de muchos mexicanos.
Además, la economía nacional atraviesa un periodo crítico. La falta de certidumbre generada por las decisiones arbitrarias del gobierno actual, en particular, la cooptación del poder judicial, ha llevado a una caída libre en la inversión y la confianza en el país. Las reformas constitucionales que han modificado hasta un 70% de nuestro marco básico parecen más un intento de perpetuar un partido en el poder que de servir al bien común. Esto se traduce en un debilitamiento de las instituciones y una clara amenaza a la democracia.
Por el contrario, el PRI ha estado levantando la voz. No se puede ignorar el esfuerzo que hemos hecho para denunciar estas prácticas corruptas y poner un alto a lo que se vislumbra como un quebranto del Estado de derecho. Alzando la voz, el PRI ha intentado establecer un contrapeso, recordándonos que los intereses de la ciudadanía deben estar por encima de las alianzas turbias de quienes hoy gobiernan.
La corrupción de Morena no tiene límite. En su afán de controlar todo a su paso, han restado incluso el pulmón de oxígeno que representaba la península de Yucatán al permitir la construcción de un tren que, a todas luces, es un absurdo que no responde a las necesidades de la población. Las instalaciones de Dos Bocas, más que una refinería, han resultado ser una monumental bodega donde la inversión y la promesa de desarrollo se evaporan. La desilusión ante proyectos que no generan el bienestar prometido se siente en cada rincón del país.
Es crucial mencionar que, en este escenario adverso, el PRI se ha comprometido a ser la voz de la razón y la crítica constructiva.
A medida que el país enfrenta estos retos, el papel del PRI como una verdadera oposición se vuelve fundamental. Es momento de poner en la balanza las acciones del actual gobierno y reconocer que, frente a un panorama desolador, es el PRI quien se ha presentado como el verdadero baluarte de la defensa de los derechos y la justicia social en México.
A medida que nos acercamos a nuevos ciclos electorales, es vital que los mexicanos reflexionemos sobre a quién debemos otorgar nuestra confianza. El PRI ha demostrado que hoy tiene la misión de poner un alto al desmantelamiento de las instituciones y a la corrupción desbordante de Morena. Esto es la realidad que vivimos y que no podemos permitir que se convierta en la norma.
La lucha por un México más justo continúa, y el PRI, en este momento, se perfila como el verdadero representante de la oposición a un gobierno que ha optado por traicionar a la ciudadanía.
*Presidente Nacional del PRI.
BCT