Columnas

El impacto de la Constitución de Apatzingán de 1814 en el sistema jurídico mexicano

Damián Arévalo Orozco

El Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, promulgado el 22 de octubre de 1814, constituye un referente histórico fundamental en la incipiente nación que luchaba por su independencia de la corona española. A este decreto se le conoce como la Constitución de Apatzingán de 1814, por el lugar y año en que se llevó a cabo este importante acontecimiento, impulsado por el generalísimo Don José María Morelos y Pavón, quien previamente había dado a conocer otro documento de gran relevancia: Los Sentimientos de la Nación, donde planteaba la necesidad de una república y la división de poderes.

Uno de los aspectos más destacados de dicho decreto es la creación del Supremo Tribunal de Justicia de la América Mexicana, conocido como el Supremo Tribunal de Ario el 7 de marzo de 1815. Es importante señalar que ya se encontraba constituido el Congreso de Chilpancingo, y que existen evidencias documentales del funcionamiento y las resoluciones dictadas por los integrantes de dicho tribunal. La sede histórica de este órgano judicial, ubicada en la cabecera municipal de Ario de Rosales, conserva una serie de documentos que forman parte de su valioso acervo.

A pesar de la complejidad de la vida en el contexto de la lucha armada entre insurgentes y realistas durante la Guerra de Independencia, varios ciudadanos depositaron su confianza en esa Constitución, en sus disposiciones y en los órganos derivados de ella. Solicitaron justicia, creyeron en sus principios y demandaron protección frente a actos injustos y abusos de los que eran víctimas. El apotegma atribuido a Morelos: “Que todo aquel que se queje con justicia, tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el fuerte y el arbitrario”, caló hondo en la conciencia del pueblo y en sus anhelos de una sociedad equitativa y justa.

El alcance del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana dio origen al reconocimiento del país como México y sentó las bases organizacionales de la nación, que posteriormente serían incorporadas en la Constitución de 1824: la forma de gobierno republicana, la división de poderes, el reconocimiento de derechos como la libertad, la igualdad y la abolición de la esclavitud, entre otros principios que, hasta la fecha, siguen vigentes en nuestra legislación.

La Constitución de Apatzingán fue, en 1814, la Constitución de la Nación Mexicana. Contenía la voluntad popular y la afirmación de la soberanía, así como valores de justicia, respeto y equidad. Hoy, en el día en que se conmemora este acontecimiento fundacional de nuestra patria, nos corresponde rendir homenaje a la historia y a la lucha de los hombres y mujeres que dieron su vida por un México mejor y con mayor bienestar; un México que permita la transformación sin olvidar los ideales y las causas que la inspiraron.

Los tres niveles de gobierno están obligados a cumplir con este anhelo histórico: conocer y aprender de la historia para aplicarla en la solución de los problemas que hoy nos aquejan. Pensar y actuar en función del servicio a la sociedad, y no del beneficio personal o de unos cuantos. Más allá de ideologías y grupos, se debe procurar una administración basada en el respeto y no en la soberbia; que escuche las voces de los justiciables y administre justicia sin sesgos.

RYE-

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