“El brindis del bohemio” (1915) es la poesía con la que Guillermo Aguirre y Fierro, potosino que vivió entre los siglos XIX y XX, se dio a conocer de forma universal.
La poesía habla de la mujer en dos sentidos: uno, refiriéndose a ella en forma sensual y objeto de deseo desde los ojos varoniles; y otra, como figura materna, abnegada y, en cierto sentido, sufrida y materia de amor puro.
En la crítica literaria, la poesía “El brindis del bohemio” ha pasado de ser bien ponderada -que aún lo es- ha ser blanco de un razonamiento crítico por los estereotipos de la mujer que emplea (mujer/deseo; mujer/abnegada)
Sin embargo, se debe atenuar esa crítica porque la poesía, como todo, es fruto de su tiempo/espacio y expresaba las cosas como eran en su momento; además, detrás de los versos, el valor está en el sentimiento amoroso profundo entre la madre y el hijo.
No se pueden juzgar con severidad por los ojos del hoy, las cosas que tuvieron lugar en el ayer y que eran vistas de otra manera.
La poesía hace sentir esas emociones en todo el verso, pero de manera especial en lo siguiente:
“…Brindo por la mujer, pero por una,/ por la que me brindó sus embelesos/ y me envolvió en sus besos;/ por la mujer que me arrulló en la cuna/ Por la mujer que me enseñó de niño/ lo que vale el cariño/ exquisito, profundo y verdadero;/ por la mujer que me arrulló en sus brazos/ y que me dio en pedazos/ uno por uno, el corazón entero/ ¡Por mi madre!.. bohemios,…”
La poesía de Aguirre y Fierro, quizá más famosa aún por las declamaciones de Manuel Bernal (https://www.youtube.com/watch?v=_9QKGNcwmSU), así, tiene el valor de exponer como un valor universal el dulce amor entre las y los hijos con la madre.
Y con ello se quiere decir, en nuestro tiempo, ese sentimiento amoroso en torno a la figura materna en la nueva pluralidad.
Pero también hay que señalar que esa maternidad se refiere a la buena maternidad, porque la realidad triste llama a cuento también a las maternidades que, a veces, solo se reducen a un lazo biológico o civil.
La maternidad (y también la paternidad) la mayoría de las veces es amorosa y lleva al sacrificio mayor bien entendido en favor de los hijos e hijas (quitarse de la boca el alimento para darlo a los hijos, por ejemplo), pero en algunos casos, esa maternidad no solo es criticable, sino mala, con certeza.
Madres que prostituyen a sus hijos e hijas, que los maltratan física y emocionalmente, que pasean su conducta prostituida ante sus hijos e hijas cobijándola de “libertad” y de una pretendida madurez, que llevan el egoísmo rivalizante con las hijas o que someten a los hijos e hijas al trabajo para terceros en su menor edad, es solo una muestra de la maternidad reprochable.
La fortuna es que la maternidad (y la paternidad igual) es frecuentemente buena y se caracteriza por su denuedo por hacer realidad la felicidad de las hijas e hijos como ellos la entienden, incluso, a veces de forma innecesaria como cuando se cumplen caprichos impuestos por la cultura consumista que gobierna nuestro tiempo y que se aprovecha de las debilidades emocionales que hoy, expolian los roles complejos de la maternidad.
También ha de señalarse que hoy, la maternidad sanamente busca el equilibrio entre la entrega a las y los hijos y la persona materna que tiene su ser singular, aunque este “equilibrio” es difícil de lograr.
En retorno a la poesía que ha dado paso a lo escrito, se rescata el amor profundo, responsable y bueno, entre las y los hijos con su madre, y es por ese buen amor materno que ha brindarse este 10 de mayo.
“¡Por mi madre!.. bohemios”
AML