Columnas

Cruzada michoacana por la historia y la cultura

Joaquín E. Espinosa

El fin de semana pasado se realizó la presentación de la Sociedad Michoacana de Estudios Históricos y Culturales, conformada por historiadoras e historiadores que residen en el estado de Michoacán y cuyo objetivo general consistirá en el rescate del pasado y las tradiciones de nuestra entidad. A título personal, y como miembro de ella, quiero creer que nuestra labor será una cruzada por el conocimiento de lo que nos constituye como mexicanos, michoacanos y expurgadores del pasado.

Lo que aquí planeo es hacer una mínima reflexión sobre el papel que tiene la historia y la cultura, y por agregado la ciencia, el desarrollo y la innovación en el México y el mundo actuales. Nuestra labor no es adivinatoria, no podemos dar ni siquiera escenarios hipotéticos ni tampoco tendencias generales de hacia dónde nos dirigimos. Por tanto, la historia aparentemente es una disciplina muerta. Muerta porque trabajamos con papeles inanimados, porque discutimos con otros tiempos que ya se fueron, porque “hablamos” con los muertos. Es hasta tétrica nuestra labor, y eso por no mencionar que incluso hemos dialogado con los huesos de uno que otro personaje y hasta el corazón de alguno de ellos podemos visitarlo en los museos.

Pero no. No son la historia y la cultura un espacio muerto, por más que los diversos gobiernos actuales, posmodernos y neoliberales, se empeñen por enterrarnos. Por el contrario, como cada mañanera nos dimos y seguiremos dando cuenta, la historia está más viva que nunca. Manoseada y pretendida de manipular, pero viva.

Ahora, nos encontramos parados en una situación específica; en un tiempo y espacio muy concretos, que requieren también particulares esfuerzos de nuestra parte. Cuando las instituciones y las organizaciones, o los centros culturales y de investigación histórica dejan vacante la noble y fundamental labor de difundir y divulgar, es donde nosotros, los historiadores y las historiadoras debemos llegar. Dejar atrás los prejuicios y asumir la tarea como mejor podamos.

Divulgar, de llevar al vulgo, pero no entendido despectiva y subestimadamente, sino por el contrario asumiendo nuestra responsabilidad como científicos sociales y humanistas de ser más sociales y humanitarios, de regresar legítimamente a nuestra sociedad un poco de lo que hemos recibido, sobre todo siendo hijos de la educación pública y gratuita (o al menos hablo por mí, y por varios de los casos que conozco entre los compañeros).

Fuimos alumnos y ahora somos maestros de centros públicos, y lo mismo si son privados, el caso es que debemos ayudar, ser facilitadores de la conciencia histórica y del lugar que ocupamos en nuestro entorno, y con ello no solo crear gente aculturada y conocedora de datos y de sucesos pasados, sino volverlos críticos y con ello que puedan ser final y efectivamente científicas y científicos: que duden, que critiquen, que no aplaudan al poder sino que lo cuestionen sistemáticamente, que luchen por sus derechos, que apoyen las causas sociales, y en fin que ofrezcan más a nuestro país de lo que reciben.

En fin, que tomen su historicidad en sus manos, y cambien el terrible mundo que tenemos antes de que ese mundo los haga personas terribles.

RYE

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