Que no te paralicen tus miedos

Que no te paralicen tus miedos

“Nuestras dudas son traidoras y nos hacen perder el bien que a menudo podríamos ganar, por miedo a intentarlo”. Hace unos días leía esta frase de William Shakespeare y recordé una conversación con un amigo que me decía que cada que obtenía un nuevo logro, sentía que no se lo merecía, que era un claro ejemplo de lo que se conoce como el “síndrome del impostor”. 

Pero, ¿qué es el síndrome del impostor? Es el pensamiento persistente y molesto que nos dice que no merecemos nuestros logros, que no somos capaces. De acuerdo con diversos especialistas sobre el tema, este síndrome nunca desaparece por completo, pero sí se puede mantener bajo control aprendiendo a identificarlo y atacándole con sus propias armas.

Entonces, ¿cómo canalizar los miedos internos sobre nuestra capacidad para convertirlos en algo más constructivo y productivo? Te comparto algunos consejos.

El primer paso es reconocer que lo padeces. ¿Escuchas esa vocecita dentro de ti que te convence de que nunca sabrás suficiente o que te dice que si lo que haces no es 100% perfecto no valdrá para nada? Ese es el síndrome del impostor susurrándote al oído desde el interior, y si quieres ponerle freno, acallar los miedos que te infunde y superarlo, necesitas identificarlo.

Replantéate las dudas sobre sí mismo. En lugar de rehuir las experiencias que desencadenan tus dudas, acéptelas deliberadamente. Recuerda que los retos son oportunidades para aprender.

Piensa en positivo. Las palabras tienen mucho más poder del que imaginas. Si te dices a ti mismo ‘no valgo’ o ‘no puedo hacerlo’, tu mente y tu cuerpo acabarán creyéndoselo. Por eso es tan importante cambiar el discurso que arrastra el síndrome del impostor para darle la vuelta y empezar a usar un lenguaje positivo.

Rodéate de personas estimulantes, que te carguen de energía positiva y te ayuden a ver el lado bueno de las cosas. Y, al mismo tiempo, huye de quienes no paran de quejarse sobre sus problemas o que siempre ponen pretextos cuando les hablas de tomar riesgos, crecer o hacer algo nuevo.

Cuida tu cuerpo y tu mente haciendo deporte y alimentándote de forma saludable. Cuando te sientes bien físicamente es 100 veces más fácil mantener un buen estado de ánimo, la mente despejada y un discurso positivo en tus pensamientos.

Reconoce tus éxitos y deja de poner excusas a los piropos. Al principio te costará mucho acallar esos pensamientos que rebajan tu valor, pero sólo agradece los cumplidos y créelos.

También debes aceptar el fracaso, ya que el perfeccionismo es el mejor amigo del síndrome del impostor. ¿Por qué? Porque resulta inalcanzable, lo cual le da margen para machacarte sin remordimientos. La perfección no existe, así que deja de buscarla. Hacer las cosas bien sí es suficiente. 

Así que abraza tus buenos resultados sin desprestigiarlos por no haber llegado a la excelencia y acepta tus errores o fracasos.

Los fallos que cometes a lo largo de tu carrera profesional son los cimientos del camino que te ayuda a crecer. Y es que se aprende más errando que acertando. Esfuérzate por ser la mejor versión de ti mismo y deja de fijarte en lo que hacen o dejan de hacer los demás.

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