
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Si alguna vez has notado un zumbido persistente, sordera repentina o pérdida progresiva de la audición, quizá debas mirar más allá del oído. Una creciente cantidad de estudios médicos apunta a una sorprendente conexión entre la salud auditiva y el funcionamiento del corazón.
El oído interno, responsable no solo de la audición sino también del equilibrio, es una estructura extremadamente sensible al flujo sanguíneo. En particular, la cóclea —encargada de procesar los sonidos— depende de un suministro constante de oxígeno y nutrientes transportados por la sangre. Cuando hay problemas cardíacos como hipertensión, colesterol alto o fallas en la irrigación, esta delicada estructura puede dañarse.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), “la pérdida auditiva puede ser un marcador temprano de enfermedades cardiovasculares, ya que la irrigación insuficiente del oído interno puede provocar daño celular”. Este deterioro, en muchos casos, es irreversible y representa una carga económica y emocional para quienes lo padecen.
Pero eso no es todo. La American Heart Association ha advertido que la pérdida auditiva neurosensorial repentina puede estar asociada con un mayor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares en personas jóvenes, lo que convierte a los síntomas auditivos en un foco de alerta médica de alta prioridad.
En términos simples, si el corazón no puede enviar suficiente sangre al oído, éste deja de funcionar correctamente. Este fenómeno subraya una verdad fundamental: el cuerpo humano es un sistema interconectado en el que un órgano puede alertar sobre el mal funcionamiento de otro.
Por eso, especialistas recomiendan no ignorar síntomas como zumbidos, mareos o pérdida repentina de audición. Una consulta a tiempo con un otorrinolaringólogo o un cardiólogo podría marcar la diferencia.
RPO