
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- La discusión sobre la alternancia de género para la gubernatura de Michoacán ha reavivado un debate crucial en torno a la equidad, la legalidad y los verdaderos alcances de las acciones afirmativas en materia electoral. Mientras Araceli Gutiérrez Cortés respalda la necesidad de establecer reglas que garanticen la participación de las mujeres en el poder, Maricela Montero Andrade expresa su preocupación por el trasfondo político de quienes impulsan estas iniciativas, advirtiendo que podría usarse como herramienta de beneficio personal antes que como un avance real en materia de igualdad.
Maricela Montero considera que la propuesta de alternancia obligatoria en Michoacán parte de un grupo de diputadas que buscan beneficiarse directamente de esta acción y alerta sobre el riesgo de instrumentalizar la lucha feminista. Araceli Gutiérrez, en contraste, destaca que la participación de las mujeres en política ha sido históricamente forzada, pero necesaria, y que sin este tipo de medidas difícilmente se habría alcanzado el nivel actual de representación.
Maricela Montero opina que la imposición de que los gobernadores sean de un sexo distinto al anterior podría violar derechos políticos fundamentales, como el derecho a ser votado y a elegir libremente. Cuestiona también la lógica de imponer resultados en lugar de garantizar condiciones equitativas de participación.
Desde su experiencia como activista feminista, Maricela Montero advierte que las acciones afirmativas de este tipo, lejos de promover un cambio estructural, pueden perpetuar prácticas patriarcales mediante el uso simbólico de mujeres en el poder. Explica que la paridad de género debe ir acompañada de transformaciones culturales y sociales más profundas, y no basarse en cuotas automáticas que pueden ser fácilmente manipuladas, como ya ha ocurrido en el país.
En su exposición, también menciona casos en que mujeres han llegado a cargos políticos sin un compromiso real con la agenda feminista, y recuerda ejemplos de simulación como la imposición de esposas o hijas en cargos públicos por parte de hombres que no pueden reelegirse o postularse. Recalca que el objetivo principal debe ser que lleguen mujeres con poder real y con perspectiva de género.
En contraste, Araceli Gutiérrez, exconsejera del Instituto Electoral de Michoacán, destaca que la alternancia de género en gubernaturas es una obligación derivada de una sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación desde 2020. Explica que la Sala Superior ordenó a los congresos locales regular la paridad, pero dejó a su discreción cómo y cuándo aplicarla, lo que otorga a Michoacán margen de maniobra.
También la expresidenta del Colegio de Abogadas de Michoacán, Araceli Gutiérrez considera que, aunque la representación femenina ha sido muchas veces simulada, la imposición de reglas es el único mecanismo que ha garantizado avances. Recuerda casos emblemáticos como el de las llamas “Juanitas”, mujeres que renunciaban para que sus suplentes hombres asumieran el cargo, como prueba de la falta de convicción de los partidos en promover la participación femenina genuina.
Reconoce, sin embargo, que estamos en una etapa de transición en la que la participación de las mujeres debe evolucionar hacia una incorporación más natural y menos forzada. En ese sentido, propone ver estas medidas como parte de un proceso que eventualmente debería dejar de ser necesario.
Ambas voces coincidieron, pese a sus diferencias, en la necesidad de una reforma electoral de fondo que fortalezca la representación, combata la simulación y garantice condiciones equitativas. Tanto Maricela Montero como Araceli Gutiérrez hacen un llamado a reflexionar con profundidad sobre los mecanismos para lograr una verdadera igualdad sustantiva.
En un escenario de complejidad política, ambas abogadas coincidieron en que más allá de imponer reglas, se necesita una transformación cultural y estructural que permita a las mujeres participar en igualdad de condiciones, con preparación, liderazgo y poder real. La alternancia de género es apenas una pieza de un rompecabezas más grande: el de una democracia verdaderamente incluyente.
RYE