
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Mientras los últimos rayos de sol iluminaban el primer cuadro del Centro Histórico de la capital michoacana, cientos de personas se congregaron para presenciar, por primera vez, la representación en vivo de La Última Cena, llevada a cabo a escasos metros de la Catedral de Morelia.
El evento fue impulsado por la Arquidiócesis de Morelia y el Gobierno Municipal. De acuerdo con información previamente difundida por las autoridades, más de 80 personas —entre elenco y staff— participaron en la puesta en escena, que se dividió en cuatro actos.
Puntualmente, a las 20:00 horas, en el gran escenario instalado en el corazón de la ciudad, el arzobispo de la Arquidiócesis de Morelia, Carlos Garfias Merlos, expresó lo siguiente:
"A través de las escenificaciones se busca que toda la comunidad, los católicos y los no católicos, los que creen y los que dicen que no creen podamos celebrar la pasión y muerte de Cristo (...)", puntualizó.
Con las palabras y la bendición del monseñor Garfias Merlos dio inicio la representación de La Última Cena.
Una larga mesa, velas encendidas y una pantalla de fondo —donde se proyectaban paisajes característicos de la época— conformaron una escenografía cuidadosamente elaborada. Gracias a la iluminación y a los recursos sonoros, el público fue transportado al relato bíblico.
Entre los asistentes se encontraban niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, quienes siguieron con atención cada movimiento del elenco.
Los momentos que más asombro causaron entre el público —que no dudó en capturar la escena con fotografías y videos— fueron la aparición de Judas, la escena en la que Jesús comparte el pan con sus discípulos, el lavatorio de pies y la detención de Jesús en el huerto de Getsemaní.
Cabe destacar que algunas escenas fueron acompañadas por las voces de tres coristas, quienes interpretaron versos alusivos que enriquecieron aún más la atmósfera espiritual del evento.
La representación culminó con las negaciones de Pedro, seguidas de los prolongados aplausos del público, que presenció un acto que, más allá del arte, se vivió como un suspiro colectivo de fe.
mrh