Habitación 133: de cuarto de hotel a lecho de muerte
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Tenían 10 y 12 años cuando D. A. F. y J. A. F. murieron en la habitación 133. Una pequeña niña y su hermano fueron asfixiados por su madre, Ana Cristian N., hoy vinculada a proceso por el doble delito de homicidio con razón de parentesco.
La madre llegó al hotel Torreblanca, ubicado en la Avenida Periodismo, Morelia. A muy temprana hora del 13 de junio se registró. La recepcionista y empleados del lugar dan constancia de que Ana Cristian entró con sus dos hijos, pero salió sin ellos cuatro días después. En tres ocasiones pidió que no se hiciera la limpieza de la habitación durante su hospedaje, ya que en el cuarto "estaban sus peques", según narra el agente del Ministerio Público.
Ahí, en la sala de oralidad número 5, fueron vertidos detalles de lo ocurrido del 13 al 16 de junio, según las entrevistas con personal del establecimiento, con familiares de Ana, con el taxista que la trasladó a varias farmacias y con el recepcionista de un segundo hotel.
Los primeros peritajes indican que los niños tenían días fallecidos. De la habitación salía un olor fétido y moscas, según las declaraciones de la camarista. A los pequeños D. A. y J. A. los asesinaron el mismo día que se hospedaron (13 de junio); sus cuerpos fueron envueltos en las sábanas blancas y así permanecieron hasta el 16 de junio, cuando su madre salió a juntadillas del hotel. Ana Cristian presuntamente los ahorcó y, a sus restos, les prendió una veladora.
Antes de dejar el hotel dio señales de sus actos a su hermana: le llamó por teléfono, le dijo dónde estaba hospedada, rezó la frase "los niños ya están muertos" y procedió a narrar su versión: que mezcló Coca-Cola con clonazepam —un fuerte antidepresivo recetado para calmar los nervios y reducir la ansiedad—, que se quedó dormida, que al despertar se dio cuenta de que sus hijos se habían tomado el fármaco mezclado en el refresco, que los niños ya estaban muertos, y que los buscaran al día siguiente. Los peritajes revelaron que en los cuerpos de los pequeños no se detectaron drogas, fármacos ni alcohol, y se reafirmó que la causa del fallecimiento fue asfixia mecánica, es decir, los ahorcaron.
La intercomunicación alertó a la familia de Ana Cristian. Sus dos hermanas y su padre acudieron al hotel Torreblanca solicitando información; sin embargo, no tuvieron éxito, pues las políticas de privacidad del lugar impiden al personal dar datos de sus huéspedes.
Al cuarto día de hospedaje, Ana pagó en efectivo $1,500, pidió un taxi y salió en cuclillas a las 14:20 horas del lunes 16 de junio. Subió al asiento trasero y se deslizó en él; dijo que tenía un dolor en la espalda. Al taxista, de nombre Armando, le pidió ir a varias farmacias "a comprar medicamentos", luego a un hotel y después a otro llamado "Pie de la Sierra". Ahí le asignaron la habitación 19 a las 15:26 horas.
La versión del recepcionista, según informó la Fiscalía, es que a las 17:00 horas acudieron elementos de la Policía Morelia. Le enseñaron una imagen de Ana N. y el trabajador corroboró que se había hospedado en el lugar. Les indicó la habitación; los agentes llegaron al cuarto y, sólo unos minutos después, solicitaron una ambulancia. La mujer se había cortado las muñecas.
Las entrevistas coinciden con los elementos de prueba, refiere el juez Cristóbal Luviano. Las conclusiones lo llevan a dictar vinculación a proceso y advierte:
"Las pruebas permiten inferir que quien privó de la vida a las víctimas fue la imputada. No hay otra opción, no hay otra posibilidad".
Ana Cristian N. se mantiene en su asiento, evidentemente afectada; se agarra la cara, se balancea en su silla, ve al juez y luego baja la mirada. Llora.
En la habitación 133 se cometió un doble asesinato: una niña y un niño tuvieron ahí, en un cuarto de hotel, en una cama de hotel, su lecho de muerte.
mrh