

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- En Michoacán, casi uno de cada cinco trabajadores depende directamente del campo para subsistir. De acuerdo con los resultados más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), correspondiente al primer trimestre de 2025, el 18.8 por ciento de la población ocupada en el estado trabaja en actividades agropecuarias, lo que equivale a 418 mil 674 personas.
El dato adquiere mayor relevancia en el contexto de los bloqueos carreteros que desde el lunes encabezan productores agrícolas en distintos puntos del estado, como Zinapécuaro, La Piedad, Ecuandureo y Vista Hermosa. Aunque las exigencias se centran en un precio de garantía más justo para el maíz, la dimensión laboral del campo en Michoacán explica por qué estas protestas tienen un impacto más profundo que el simple cierre vial.
A nivel nacional, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el campo emplea a 6.5 millones de personas, lo que representa el 10.8 por ciento de la población ocupada total del país. Michoacán, con su 18.8 por ciento, casi duplica el promedio nacional, lo que lo convierte en uno de los estados más dependientes del sector primario, junto con entidades como Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
El informe del Inegi también revela que el sector agropecuario perdió más de 85 mil empleos en Michoacán en comparación con el mismo trimestre de 2024, cuando el porcentaje de ocupación era de 22.2 por ciento. Esta disminución podría reflejar efectos del cambio climático, altos costos de producción o reducciones en los apoyos gubernamentales. A pesar de ello, el agro sigue siendo una fuente clave de trabajo, sobre todo en zonas rurales.
Además del peso económico, la precariedad laboral es una constante en este sector. Más del 60 por ciento de quienes laboran en el campo en Michoacán lo hacen en micronegocios o actividades informales, sin acceso a prestaciones ni seguridad social. La informalidad laboral general en el estado es del 67.8 por ciento, una de las más altas del país, lo que coloca a los trabajadores del campo en una situación de alta vulnerabilidad.
El contexto se complica por las condiciones críticas de ocupación: el 42.1 por ciento de las y los michoacanos ocupados gana hasta un salario mínimo, y más del 38 por ciento trabaja más de 48 horas semanales sin una retribución adecuada. Estas cifras explican por qué la demanda de los campesinos va más allá de un solo cultivo: es un reclamo estructural sobre la viabilidad del campo como actividad de vida.
Mientras el conflicto permanece sin resolución, los datos muestran con claridad que el campo en Michoacán no es un tema sectorial, sino social y económico de primer orden. Afecta a cientos de miles de familias, al abasto nacional de alimentos y al equilibrio económico de la región.
rmr