Morelia, Michoacán (MiMorelia.com). - Con intensa sensibilidad y oportunidad, la fotógrafa proveniente de Francia, Florence Leyret, muestra parte del patrimonio de los pobladores de las diversas regiones de Michoacán, herederos de diversas culturas y tradiciones que contienen la esencia de lo extraordinario y que, con ellas, ayudan a llevar lo ordinario, en lo cotidiano.
Con un testimonio que da cuenta de un absoluto respeto por el raudal de costumbres que dan identidad al pueblo purépecha, principalmente, hace posible la fortuna de ver con ojos propios, desde la vista extranjera, que las representaciones mexicanas, salpicadas con festividades paganas, no sólo rescatan épocas en las que se amaba desde lo espiritual, sino que renuevan las posibilidades de encontrarse con un futuro mejor.
Es así que un viejito en la fiesta de la Candelaria de Ocumicho, parece hablarnos de lo eterno, y que un Hortelano en la fiesta de María Magdalena, en el barrio de La Magdalena en Uruapan habla del rescate del dominio que tenían los ancestros.
Sus imágenes nítidas hacen que el Diablo, en la pastorela de Cherán sea visto con posibilidades de redención y que un Kúrpite parándose para la danza de los kúrpites en Angahuan se sienta como un hermano más.
Aquí mismo puede verse al Carguero del niño Dios en el Año Nuevo de Janitzio, que transporta a la candidez encontrada en la adoración de un ser divino, y que el Extraterrestre en el Carnaval de Tzurumútaro, permita ver desde los ojos terrenales la posibilidad de otros mundos.
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