

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- La tortilla de maíz aunque parece que todas son iguales, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) acaba de recordarnos que no todas alimentan de la misma forma.
Según el más reciente número de la Revista del Consumidor, la diferencia entre una tortilla comprada en tortillería y una empaquetada del supermercado no es solo cuestión de sabor o textura: es una diferencia de fondo… y de fondo nutricional.
La tortilla tradicional se elabora mediante la nixtamalización, una técnica prehispánica en la que el maíz se cuece con cal y agua. Esta práctica no solo suaviza el grano; lo transforma. Gracias a ella, la tortilla adquiere un perfil nutricional que supera por mucho al de las tortillas industrializadas: más calcio, más fibra, más proteína, más salud.
Por el contrario, las tortillas de supermercado, hechas con harina de maíz procesada, contienen más calorías, grasas y sodio. Aunque siguen siendo parte de la canasta básica, su composición contrasta de ser la ideal para quienes buscan un alimento integral y balanceado.
En términos prácticos, las tortillas de tortillería suelen ser más pequeñas, suaves y flexibles, mientras que las de súper son más grandes, gruesas y duraderas. Pero detrás de estas características hay algo más profundo: el reflejo de un modelo alimentario que, poco a poco, olvida el valor de lo hecho a mano, de lo hecho en casa.
Deja que se enfríen antes de refrigerarlas.
Envuélvelas en una servilleta de tela y guárdalas en recipiente hermético.
Si se endurecen, reutilízalas en chilaquiles, tostadas o sopas.
Si huelen mal, tienen manchas o se sienten viscosas, es mejor desecharlas.
RPO