
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- En una sociedad que enaltece la juventud y mide el valor personal por la productividad, envejecer puede resultar angustiante. Pero, ¿qué sucede cuando llega la jubilación y con ella, la sensación de perder el propósito?
La jubilación puede convertirse en un detonante de crisis existencial si no se resignifica. La vejez es una de las tres grandes etapas de crisis en la vida, junto con la adolescencia y la mediana edad.
A diferencia de las primeras dos, en las que se proyecta el futuro, en la tercera edad las personas reflexionan sobre el pasado: “¿Es lo que quería hacer?”, “¿Cómo quiero vivir los años que me quedan?”, son algunas de las preguntas más frecuentes.
En México, más del 44% de los adultos mayores con empleo declaran que sus ingresos son insuficientes para subsistir, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Aunado a ello, el 16% de las personas mayores sufre abandono.
Frente a este escenario, el experto recomienda que la jubilación no sea un salto al vacío, sino una transición planificada. “Lo peor que puede hacer un jubilado es no tener un plan de vida”, sentencia. Ese plan no necesita ser productivo en términos económicos, sino significativo en lo emocional: desde aprender a bailar hasta cuidar un jardín.
Además, destaca el rol de la familia como soporte emocional. “El acompañamiento, incluso desde el silencio, permite que la persona resignifique su vida y no deposite toda su identidad en la productividad”.
El sentido de vida no se encuentra en las actividades, sino que es la persona quien otorga significado a lo que hace. “La clave está en planear y elegir, no en resignarse”, señalan los especialistas.
RPO