Historia con Covid-19: 40° de fiebre y sabor a metal, relata Ramón

Ramón, un hombre con Covid-19, cuenta su historia con el virus (Foto: Unsplash/Ilustrativa)
Ramón, un hombre con Covid-19, cuenta su historia con el virus (Foto: Unsplash/Ilustrativa)

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Un hombre, identificado como Ramón, dio positivo a Covid-19, virus que hasta el corte del 2 de mayo ha dejado sin vida a más de dos mil personas; para La Silla Rota el hombre relató cómo es vivir y el proceso ante esta enfermedad.

Ramón relata su experiencia desde el martes 21 de abril y también su día número 21 en las filas de los casos positivos de coronavirus en México y es al mismo tiempo el primer día en Fase 3. Una fase que se declara porque así lo permiten los números: a ese día iban 857 muertos y nueve mil 500 contagiados en el país.

"En la apartada sala destinada para la atención de Covid-19, tengo tiempo para pensar en las estadísticas, para preguntarme si hoy dejo de formar parte del grupo de 'confirmados', para contabilizarme entre los 'recuperados'. Hay tiempo suficiente para esa reflexión, antes de mi será el turno de otros 12 porque hoy la fase se vive en las salas de espera, hace una semana era yo y otra persona, solitarios antes del inicio de una curva inevitable de contagio", cuenta.

Heme aquí con mis combatientes compañeros de emergencia en cuyos rostros agotados puedo reconocerme. Atraviesan por etapas diferentes, lo sé, me lo dice la experiencia. No es presunción, pero después de 11 días sorteando fiebres de 40 grados que no ceden ni siquiera con 4 gramos de paracetamol diarios, me siento un experto en el tema.

Imagino lo que viene para ellos y casi los compadezco.

Yo por lo menos tengo un semblante más optimista, pero sé que aquí la mayoría apenas está por ser canalizado a una de las instituciones médicas del país autorizada para realizar la prueba de hisopo que dicta sentencia.

"Menos mal que no tuvieron que pagar por ella", me tomo el pequeño atrevimiento de preocuparme por su economía sabiendo que en este momento es lo que menos importa. No debiera ser así, pero recuerdo el inicio de mi pequeña tragedia que me mostró el lucrativo rostro de los hospitales privados del país.

Nosocomios como el Hospital Los Ángeles quisieron condicionarme la aplicación de la prueba del coronavirus a la realización de otros test para descartar otras enfermedades respiratorias, bajo el falso argumento de que así lo indicaba el protocolo dictado por la Secretaría de Salud federal. Claro, autorizarlo significaba pagar una cuenta que podía alcanzar los 25 mil pesos. ¿Por qué en medio de una pandemia mundial se le ha permitido a los privados hacer de este virus un rentable negocio?

Mientras espero, evoco aquel 30 de marzo. Mi día cuatro con síntomas. Un inicio casi irrecuperable que atribuyo a los efectos de las altas temperaturas. Son recuerdos difusos, pero al mismo tiempo lo suficientemente claros como para recuperar mi otro episodio de indignación.

40 de fiebre, dolor indescriptible de cuerpo, cabeza, garganta, además de pérdida de sentidos del sabor y del olfato; se suma la tos, debilitamiento atroz y "yo sólo estaba enfermo de sugestión", le dijo un médico al llamar al 911.

Tres días después la prueba salió positiva al Covid-19, relata; "Me siento mejor, es cierto, Siento que cumplí a quienes me pronosticaron pronta recuperación, pues soy joven, no tengo enfermedades crónicas".

Ramón finaliza su texto en primera persona agradeciendo a su médico y a las personas que estuvieron pendientes, "a quienes ofrecieron hacer el súper, mandar medicamentos, mandar algo, lo que fuera".

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