
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- ¿Recuerdas la moneda de cincuenta pesos decorada con el relieve de la diosa lunar mexica? ¡Sí! Esa joya de los años ochenta que México convirtió en una pieza distinguida de la numismática nacional.
Acuñada entre 1982 y 1984, esta moneda de cuproníquel no solo destacaba por su impecable diseño, sino por la rica historia que representa. Podemos afirmar que todo comenzó con un descubrimiento accidental en 1978, cuando trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza encontraron un enorme monolito en el centro histórico de la Ciudad de México, que resultó ser el monolito de Coyolxauhqui, la diosa lunar mexica que protagonizó uno de los mitos más intensos y sanguinarios de la historia mesoamericana.
En la cosmogonía mexica, se cuenta la historia de Coyolxauhqui, la hija de la diosa Coatlicue, cuya furia se desató al descubrir que su madre estaba embarazada de un desconocido, concebido de manera misteriosa por una bola de plumas que cayó del cielo. Cegada por la ira, Coyolxauhqui convenció a sus hermanos, los cuatrocientos Centzon Huitznáhuac, para que se unieran a ella en una cruzada para matar a su madre a causa del tal deshorna.
Juntos, se dirigieron al cerro de Coatepec, donde Coatlicue residía, ignorante del peligro que se cernía sobre ella. Pero el destino tenía otros planes. En el momento en que llegaron, Coatlicue dio a luz a Huitzilopochtli, el dios de la guerra, quien emergió vestido de guerrero y armado con Xiuhcóatl, la serpiente de fuego, listo para defender a su madre.
Con Xiuhcóatl, Huitzilopochtli hirió a Coyolxauhqui y le cortó la cabeza. El cuerpo de la diosa lunar rodó hacia abajo, se desmembró y sus miembros se dispersaron: cayeron sus manos, sus piernas y su torso. Entonces Huitzilopochtli se irguió y procedió a luchar contra los cuatrocientos Centzon Huitznáhuac, también conocidos como los cuatrocientos Surianos, terminando con la vida de muchos de ellos, decapitándolos y desmembrándolos. Algunos intentaron escapar y otros clamaron piedad, pero ni así los perdonó; los aniquiló, los destruyó.
Con el hallazgo del monolito de la diosa Coyolxauhqui en 1978, el estudio de la cultura mexica tuvo un parteaguas, iniciándose el Proyecto Templo Mayor con el objetivo de identificar a la deidad encontrada. Tiempo después, se decidió abrir un museo con los más de 7 mil objetos encontrados. También se descubrió que este mito estaba fuertemente representado en los detalles arquitectónicos del Templo Mayor, donde uno de los dos adoratorios estaba destinado a Huitzilopochtli, el colibrí zurdo. Al pie del teocalli se encontraba el monolito de Coyolxauhqui, desmembrada.
En reconocimiento a la trascendencia cultural de estos hallazgos, el Banco de México decidió rendir un sentido homenaje a uno de los descubrimientos arqueológicos más significativos de la historia mexicana a través de esta moneda.
AVS