Acueducto de Morelia
Acueducto de MoreliaArturo Vázquez

483 aniversario de Morelia: un viaje por la historia de su acueducto

Este monumento no solo atestigua la ingeniería y el arte de los constructores del siglo XVIII, sino que también encarna la fe y esperanza de generaciones que, frente a la adversidad, encontraron caminos para superar los retos de su tiempo.
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Caja de Agua del acueducto
Caja de Agua del acueducto Arturo Vázquez

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Cada rincón de Morelia, incluso aquellos ocultos a la vista casual, es un espejo del pasado que aún palpita en el presente. Al deambular por sus calles, es inevitable ser trasportado a un tiempo distante, rodeados por la belleza arquitectónica de su centro histórico, un legado que la UNESCO honró como “Patrimonio Cultural de la Humanidad” en 1991.

Para festejar los 483 años de la ciudad, te invitamos a conocer la historia de uno de sus monumentos más importantes: el histórico acueducto de Morelia.

La Hacienda del Rincón

Los antecedentes de la ciudad y del acueducto datan de 1529, cuando el visionario español Bernaldino de Albornoz estableció una estancia en las fértiles tierras de Guayangareo. Con el paso del tiempo, estas tierras fueron adquiridas por Gonzalo Gómez, quien fundó “El Rincón”, una hacienda que marcó el comienzo de la presencia española en el valle, cerca de lo que ahora conocemos como Los Filtros Viejos.

Cabe recordar que, mucho antes de la llegada de los conquistadores, estas tierras eran el hogar de los antiguos Matlatzincas, también conocidos como Pirindas. Estos indígenas habitaban Guayangareo, un asentamiento situado al pie de la loma de Santa María.

Según el historiador Xavier Tavera Alfaro (1994), “en la casa de Gómez llegó a hospedarse don Vasco de Quiroga, así como el propio Virrey Antonio de Mendoza y otros peninsulares” (p. 11).

La Estancia del Rincón cobró importancia en 1540, cuando Antonio de Mendoza, influenciado por Gonzalo Gómez, reconoció el potencial del Valle de Guayangareo para fundar una nueva ciudad. Después de varias visitas de inspección, apoyó la petición de un grupo de peninsulares y designó el sitio ideal para establecer una villa española (Del Carmen Carreón, 2014, pp. 115-116).

El antiguo molino de la Hacienda del Rincón, uno de los antiguos vestigios de la estancia
El antiguo molino de la Hacienda del Rincón, uno de los antiguos vestigios de la estanciaArturo Vázquez

Fundación de una Nueva Ciudad

El 18 de mayo de 1541, nuestra historia tomó un rumbo decisivo cuando el Virrey Antonio de Mendoza autorizó la creación de una ciudad en el Valle de Guayangareo. Atendiendo a los deseos de los españoles que buscaban un nuevo horizonte, lejos de las políticas de asentamiento del Obispo Vasco de Quiroga, surgió la Nueva Ciudad de Mechoacán.

La planificación meticulosa de la ciudad inició con la distribución estratégica de edificios públicos y religiosos, sentando las bases de lo que hoy es Morelia.

El Primer Caño de Agua o Acueducto

Uno de los desafíos más significativos para la incipiente ciudad fue el suministro de agua. Este reto fue superado con creatividad y determinación, aprovechando el caudal del Río Chiquito.

El Río Chiquito nace de la Sierra de Mil Cumbres y los montes de la Lobera (lugar que abarca la Hacienda del Rincón), también se une con los arroyos de La Cuadrilla, El Salitre, El Peral, Río Bello y Carindapaz.

Durante los primeros años de la Nueva Ciudad de Mechoacán (1541-1543), se documenta la construcción del primer caño de agua, ubicado junto a la estancia de Gonzalo Gómez.

El primer caño de agua, construido con barro y césped, canalizaba el vital líquido desde una presa en la cañada, recorriendo 7,650 metros hasta la cumbre de la loma donde se asienta la ciudad. Este flujo de agua pasaba cerca de las actuales Tarascas y el Jardín de Villalongín, dirigida por un canal de tierra hasta la Plaza Mayor, actual Plaza Melchor Ocampo (Del Carmen Carreón, 2014, p. 124).

Lamentablemente, este caño enfrentaba frecuentes problemas debido a su fragilidad, siendo susceptible a colapsos. De manera irónica, la solución emergió de las milenarias técnicas constructivas indígenas.

Caudal natural del Río Chiquito en la zona de los Filtros Viejos
Caudal natural del Río Chiquito en la zona de los Filtros ViejosArturo Vázquez

El sistema de canoas

Lo que se podría llamar “el segundo caño de agua” se erigió utilizando canoas de madera (troncos ahuecados que trasportaban el agua). Estas canoas eran tan voluminosas que, en ocasiones, requerían hasta 200 personas para su desplazamiento (Pérez & Rodríguez, 2001, p. 279).

De acuerdo con Acevea & Ettinger (2000):

La unión entre las canoas se realizaba con clavos o cuñas de tejamanil [tabla delgada] y se fijaban a los horcones [elemento de madera colocado en el suelo para sostener estructuras] con hilo de arria. Este sistema constructivo está documentado desde el periodo mesoamericano para el caso de Tenochtitlán, hoy ciudad de México (p. 73).

Con el tiempo, surgió la necesidad de implementar mejoras al sistema hidráulico. Las autoridades optaron por construir un acueducto con materiales más resistentes, siendo la cal y canto la opción más viable.

Cascada de la zona de los Filtros Viejos
Cascada de la zona de los Filtros ViejosArturo Vázquez

El Acueducto de Cal y Canto

Durante los siglos XVI y XVII, el crecimiento acelerado de la ciudad demandó mejoras en el sistema de abastecimiento de agua. Bajo la supervisión de Cosme Toribio, la ciudad de Valladolid se embarcó en la tarea de reemplazar parte de la antigua cañería por una construcción de cal y canto.

A pesar de estos avances, persistía un vestigio: las canoas de madera. Estas estructuras, aunque ingeniosas, pronto se convertirían en un nuevo problema.

Los Primeros Arcos/ El Primer Acueducto de Cantera

El desabasto, los problemas de salud y la necesidad de reparaciones constantes de las canoas de madera llevaron a la decisión de reconstruir el sistema hidráulico. En 1705, se inició la construcción de los primeros arcos de cantera; en este momento, la iglesia, el ayuntamiento y los habitantes en general comenzaron a trabajar en conjunto para solucionar los problemas de salubridad y escasez.

Desde 1705 hasta 1730, se erigieron las primeras arquerías de cantera, destacando que en la parte superior se colocó una atarjea (o canal de agua). La obra fue patrocinada casi en su totalidad por el Obispo de Michoacán, Manuel Escalante Colombres y Mendoza (Del Carmen Carreón Nieto, 2014, p. 168).

En 1731, el ayuntamiento intervino contratando al arquitecto Nicolás López Quijano, quien fue el responsable de sustituir la antigua cañería por una de mejor calidad, capaz de regular y distribuir el flujo de agua, dando origen a un nuevo sistema de caño y alcantarillas.

Vestigios del antiguo acueducto en la zona de los Filtros Viejos
Vestigios del antiguo acueducto en la zona de los Filtros ViejosArturo Vázquez
Fragmento del antiguo acueducto en la calle Baltazar Echave
Fragmento del antiguo acueducto en la calle Baltazar EchaveArturo Vázquez

Dentro del nuevo sistema, se instaló una red de cañerías subterráneas de barro, protegidas en la superficie por losas de piedra. Las estampas morelianas del siglo XIX elaboradas por el célebre pintor Mariano de Jesús Torres y localizadas en el Museo Regional Michoacano, nos permite recrear el aspecto de este peculiar sistema.

Si alguna vez has caminado con atención por la calle Aquiles Serdán, habrás notado que aún se conserva la antigua nomenclatura de la calle, que desde 1794 llevaba por nombre “calle de las Alcantarillas”. Al recorrer el acueducto de oriente a poniente, se observa que la estructura termina justo en esta calle, donde antiguamente se encontraba una caja repartidora de agua encargada de abastecer las cañerías de barro. La calle recibió el nombre de “Alcantarillas” porque el sistema pasaba precisamente debajo de ella.

Pintura del "Pingo Torres" donde se aprecia la losa de piedra que protegía el caño de barro
Pintura del "Pingo Torres" donde se aprecia la losa de piedra que protegía el caño de barroArturo Vázquez
Antigua nomenclatura con el nombre "Calle de alcantarillas"
Antigua nomenclatura con el nombre "Calle de alcantarillas"Arturo Vázquez

El 4 de julio de 1737, el Cabildo de la ciudad concedió $2, 100.00 reales a Quijano para adquirir los diversos materiales y pagar a los albañiles, oficiales, peones y canteros involucrados en la monumental obra (Ramírez Romero, 1981, p. 83).

Curiosamente el impuesto recaudado por la venta de vino de coco y castilla (el famoso impuesto Sisa) también contribuyó a financiar la construcción del nuevo sistema hidráulico y las rehabilitaciones posteriores de los arcos y atarjeas.

Posteriormente, se añadieron pilares de mampostería, segmentos cubiertos para proteger el agua de impurezas externas, cajas desarenadoras, cajas de agua y las primeras fuentes públicas. Fue durante estos trabajos que se construyó la famosa caja de agua con cúpula que figuraba en los billetes de 50 pesos.

Sin embargo, a pesar de todas las innovaciones, el acueducto aún sufría derrumbes, y el ocurrido en 1784, donde cayeron 22 arcos, fue un serio aviso de alerta para la sociedad vallisoletana.

Atarjea o canal del acueducto
Atarjea o canal del acueductoArturo Vázquez
Caja de agua del acueducto que salía en los billetes de 50 pesos
Caja de agua del acueducto que salía en los billetes de 50 pesosArturo Vázquez

El Monumental Acueducto de Valladolid-Morelia

Los últimos años del siglo XVIII fueron cruciales en la construcción del acueducto que actualmente conocemos. Tras el colapso de una parte de la arquería, los arquitectos Diego Durán y Valentín Elizarrarás alertaron sobre el posible riesgo de más derrumbes y la necesidad urgente de financiar una reconstrucción. Paralelamente, una severa sequía en 1785 amenazaba la existencia de la ciudad de Valladolid.

La iglesia, una vez más, intervino en la solución y, con el apoyo financiero del Obispo fray Antonio de San Miguel Iglesias, se dio inicio a la construcción del acueducto que hoy se erige ante nuestros ojos.

La supervisión de la obra estuvo a cargo de Don Isidro Huarte, padre de Ana María Huarte, primera emperatriz de México y esposa del libertador Agustín de Iturbide, y la arquitectura recayó en manos de Diego Durán. La construcción, que culminaría antes del fin del siglo XVIII, no solo reconstruyó arcos dañados, sino que también añadió contrafuertes para fortalecer la estructura (Acevea & Ettinger, 2000, p. 74).

Detalle de la obra "Los Constructores de la ciudad" que representa un cantero indígena
Detalle de la obra "Los Constructores de la ciudad" que representa un cantero indígena Arturo Vázquez

Según expertos, el acueducto consta de 253 arcos, alcanza una altura máxima de 30 metros y se extiende aproximadamente 1, 700 metros de longitud (sin tomar en cuenta toda la estructura de los Filtros Viejos). Al igual que la legendaria ciudad de Roma, la construcción del acueducto de Valladolid-Morelia no fue una tarea de un día; a medida que avanzaba, los maestros canteros marcaban la piedra con señales que indicaban posicionamientos o, según algunos, sus firmas.

Una vez más, el acueducto salvó incontables vidas humanas, principalmente de la población más humilde que eran los más afectados. Curiosamente, también generó nuevas oportunidades de empleo, como los famoso aguadores, responsables de trasportar el agua de las pilas públicas a las casas. Los más pudientes pagaban mercedes de agua que consistía en abastecer un hogar o sitio con una determinada cantidad del vital líquido.

El rol más destacado era el del Guarda de Agua, conocido popularmente como cañero. De acuerdo con las arquitectas Erika E. Pérez y Claudia Rodríguez (2021):

“[El cañero] operaba el acueducto y sus derivaciones para hacer llegar la merced de agua que era conferida en cada zona y barrio de la ciudad. [...] Aunque poco sabemos del oficio del cañero [que era un trabajo de por vida] era vital para la distribución y abastecimiento del agua de la ciudad, podemos observar que a partir de los documentos históricos que además del mantenimiento y limpieza de las distintas derivaciones para la merced de agua que correspondía a cada barrio, también realizaba las reparaciones de la tarjea y del mismo acueducto” (pp. 280-281).

Antiguos lavaderos de cantera
Antiguos lavaderos de canteraArturo Vázquez

El Acueducto en los tiempos de Porfirio Díaz, los últimos años de funcionamiento

Durante los años del porfiriato, el gobierno emprendió una ambiciosa campaña para modernizar la ciudad de Morelia. Esta iniciativa incluyó la restauración de edificios históricos y la implementación de proyectos de infraestructura moderna.

El historiador Ricardo Espejel (s.f.) señala que “entre 1896 y 1897 se derribaron los arcos, entre 12 y 20, que iban del actual entronque de las avenidas Acueducto y Tata Vasco al convento de San Diego, hacia el norte”. Dicho ramal abastecía la antigua huerta de los dieguinos y actualmente solo se puede observar un pequeño pedazo de la arquería.

Entre 1903 y 1904, durante la gobernación del general Aristeo Mercado, comenzó la construcción de los actualmente llamados “Filtros Viejos” en la entrada de la Cañada de El Rincón, con el fin de purificar el agua proveniente del Río Chiquito. Los Filtros se completaron en 1906, pero cesaron su funcionamiento poco después, ya que los químicos utilizados causaban problemas de salud (Vieyra & Larrazábal, 2014, pp. 21-22).

Para solucionar este problema, en 1909 se implementó un sistema de tuberías metálicas. Este nuevo sistema fue eficaz y marcó el fin del servicio del acueducto de Morelia, que cesó sus operaciones en 1910.

Acueducto de Morelia
Acueducto de MoreliaArturo Vázquez

Palabras finales

El acueducto de Morelia, esa majestuosa arteria de cantera que atraviesa la capital michoacana, es más que una reliquia del pasado; es un símbolo vibrante de la tenacidad humana. Cada piedra es un eco de las aspiraciones de aquellos que nos precedieron, un recordatorio de su incansable búsqueda por asegurar uno de los tesoros más preciados: el agua.

Este monumento no solo atestigua la ingeniería y el arte de los constructores del siglo XVIII, sino que también encarna la fe y esperanza de generaciones que, frente a la adversidad, encontraron caminos para superar los retos de su tiempo. Esperanza vista a través del acueducto y de las cruces que se tallaron en su trayecto.

Hoy, a 483 años de fundación, Morelia se enfrenta una vez más a un nuevo desafío: la crisis hídrica. Testigos somos de la lenta agonía de nuestros cuerpos de agua, de la Mintzita que se desvanece y del Río Chiquito que se resiste a ser olvidado. Pero, así como el acueducto se erige imponente, nosotros, sus herederos, portamos el legado y la sabiduría para enfrentar esta nueva prueba.

Los habitantes de antaño nos legaron sus conocimientos y sus fallos; ahora, es nuestro deber como sociedad enfrentar los desafíos actuales y esforzarnos por dejar a las futuras generaciones una Morelia floreciente. Veamos en el acueducto de Morelia una guía hacia el futuro donde la armonía con la naturaleza y el respeto por nuestro entorno sean la piedra angular de nuestra existencia.

Detalle grabado en la cantera del acueducto
Detalle grabado en la cantera del acueducto Arturo Vázquez

Referencias

Acevea, J. C., & Ettinger, C. R. (2000). El monumento como documento para su historia Restauración del Acueducto de Morelia en México. Loggia, 10, 72. https://doi.org/10.4995/loggia.2000.5199

Alfaro, X. T. (1994). Paseo por Morelia. Guía Histórica y Artística de los Edificios y Monumentos de la antigua Valladolid. Morelia, Michoacán de Ocampo, México: Morevallado Editores.

Del Carmen Carreón Nieto, M. (2014). Valladolid/Morelia y sus ríos: Historia de un vínculo. 1ª ed. Morelia, Michoacán de Ocampo, México: UMSNH, Instituto de Investigaciones Históricas.

Del Carmen Carreón Nieto, M. (2021). El otro acueducto: Valladolid de Michoacán, 1604-1732. 1ª ed. Morelia, Michoacán de Ocampo, México: UMSNH, Instituto de Investigaciones Históricas.

Espejel, R. (s.f.) “El acueducto de Valladolid-Morelia”. En Michoacán Histórico. El Acueducto de Valladolid-Morelia - Michoacán histórico. (michoacanhistorico.com)

Pérez Múzquiz, E. & Rodríguez Espinoza, C. (2021). “Vestigios y evolución del patrimonio hidráulico de Valladolid – Morelia. 200 años de historia”. En Álvarez Mozqueda, R., Villaseñor Gómez, J. A., Martínez Aguilar, J. M. & Pérez Talavera, V. M. (coord.). A 480 años de su fundación. Valladolid – Morelia. Historia y espacios de identidad. Morelia, Michoacán de Ocampo, México: H. Ayuntamiento de Morelia 2018 – 2021/ Asociación de Cronistas por Michoacán A.C.

Ramírez Romero, E. (1981). Catálogo de construcciones artísticas, civiles y religiosas de Morelia. Morelia, Michoacán de Ocampo, México: UMSNH/FONOPAS.

Vieyra, A. & Larrazábal, A. (2014). Urbanización, Sociedad y Ambiente: Experiencias en Sociedades Medias. 1ª Ed. Morelia, Michoacán de Ocampo, México: Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM, SEMARNAT.

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