Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- En el marco del Décimo Segundo Seminario del Obispado de Michoacán, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Museo y Archivo Histórico Casa de Morelos, llevaron a cabo la conferencia Valladolid, la batalla que decidiría la suerte del país, Morelos frente a Iturbide en la Nochebuena de 1813, a cargo del reconocido historiador Joaquín E. Espinosa Aguirre, quien fue el encargado de guiar a los asistentes a través de uno de los episodios menos conocidos, pero no por ello menos importantes, de la historia de la guerra de independencia.
El historiador Joaquín Espinosa destacó que el interés por esta batalla es completamente natural, especialmente en la ciudad de Morelia, ya que fue una de las grandes batallas que se libraron en sus afueras. Sin embargo, a pesar de su importancia, ha sido ampliamente olvidada tanto por los biógrafos de Morelos, quienes la consideran una derrota, como por los de Iturbide. Resulta curioso que ninguno de los dos bandos haya mostrado interés en esta batalla, que, según el historiador y político Lucas Alamán, "decidiría la suerte del país" y marcaría un punto de inflexión en la lucha por la independencia.
Antecedentes
Para contextualizar el tema, el investigador señaló que en 1813 se produjeron dos cambios fundamentales que condujeron a los sucesos del combate. Por un lado, se estableció el Congreso de Anáhuac en Chilpancingo, con el apoyo de Morelos, el cual reemplazó (o reformuló) la junta de Zitácuaro. En su sesión del 15 de septiembre de ese mismo año, este Congreso nombró a José María Morelos como generalísimo.
“El cargo de generalísimo [...] es un puesto en el que se entrega el [poder] Ejecutivo a Morelos, como un Ejecutivo provisional, mientras se está por formar […] un decreto constitucional; […] además, [conlleva] el mando de tropa.” Recalcó Espinosa
Tras ser nombrado generalísimo, Morelos comienza a realizar gestiones para dirigirse a Valladolid, pero mantiene sus planes en absoluto secreto. Solo unos pocos comandantes de confianza, como Matamoros y Galeana, están al tanto de sus intenciones. Ni siquiera el propio Congreso conoce las intenciones del generalísimo. El 8 de noviembre, Morelos parte de Chilpancingo hacia el norte sin un destino aparente, lo que lleva a los realistas a creer que se dirige a Guadalajara.
Los realistas estaban inciertos sobre el destino del ejército insurgente. Ante esta situación, el virrey Félix María Calleja, decidido a erradicar la insurrección, ordenó el 17 de diciembre a Ciriaco de Llano, comandante de Valladolid, y a Agustín de Iturbide, comandante del Bajío y de la Provincia de Guanajuato, que se dirigieran a Acámbaro. Allí, debían unir sus tropas (Ejército del Norte), bajo el mando de Llano, con Iturbide como su segundo al mando, y luego marchar hacia Valladolid.
En ese momento, la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, contaba con una población modesta, pero poseía autoridades, entre ellas el comandante Domingo Landázuri. Morelos creyó que sería relativamente fácil apoderarse de su ciudad natal, considerando su limitada guarnición de 800 hombres y su conocimiento del terreno, ya que había nacido allí. Según el historiador Espinosa, es importante destacar que, en realidad, se libraron tres batallas distintas: la primera ocurrió el 23 de diciembre en Valladolid (Morelia); la segunda, el 24 de diciembre, en la Loma de Santa María; y la última, el 25 de diciembre, que fue una escaramuza.
Batalla de Valladolid, 23 de diciembre de 1813
Los primeros avistamientos de tropas insurgentes se produjeron el 20 de diciembre de 1813. Durante los días siguientes, se realizó una vigilancia y espionaje a distancia, pero a partir del 23 de diciembre, comenzaron a llegar las diferentes tropas insurgentes. Desde las torres de la catedral, el vigía encargado de la observación vigilaba la zona sur de la ciudad, monitoreando los movimientos de los posibles invasores. Finalmente, Landázuri emitió un llamado de auxilio al advertir que el enemigo se acercaba peligrosamente con un número considerable de hombres.
Landázuri colocó sus pocas tropas en puntos estratégicos, siendo estos: la Garita de Chicácuaro (cerca de Monumento), la Garita de Santa Catarina (cerca de Carrillo), la Garita del Zapote (cerca de la gasolinera Poza Rica) y la Garita de Guadalupe (cerca de San Diego).
Morelos se posiciona al sur de Valladolid, y desde allí, envía una intimidación a los defensores realistas, exigiéndoles la entrega de la ciudad.
“[…] No quedarán cabezas sobre los hombres y las plazas y calles serán regadas con negra sangre de cuantos temerarios se opongan a su impulso: esa hermosa ciudad será el teatro del horror”. Fragmento del documento remitido por Morelos; reportado por el Cabildo de Catedral
Mientras los realistas vigilaban los tres puntos estratégicos, Morelos elaboró un plan lógico y prudente. Dividió sus tropas en tres grupos: Galeana se posicionaría al oriente, en la Garita del Zapote; Matamoros, en el barrio de San Pedro, actual Bosque Cuauhtémoc; y Manuel Muñiz, en la Garita de Santa Catarina, cerca de Carrillo. Mientras tanto, Morelos permanecería en la salida Pátzcuaro, esperando el momento oportuno para actuar.
La estrategia de Morelos consistía en engañar a los realistas, haciéndoles creer que el primer enfrentamiento tendría lugar en las garitas de Santa Catarina y Chicácuaro. De esta manera, pretendía atraer a las tropas resguardadas en el Cuartel General, ubicado en lo que hoy es el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo. Sin embargo, el verdadero plan era que Galeana, con 1700 hombres, incluyendo a Nicolás Bravo, además de cinco cañones, estuvieran listos para iniciar el combate desde el oriente.
Landázuri reorientó la caballería hacia el punto de ataque y lograron contener el avance insurgente. En las horas siguientes, consiguieron inutilizar cuatro de los cinco cañones enemigos. Según el historiador Bustamante, Galeana cometió un error táctico, posiblemente debido a una disputa con Matamoros y al hecho de haber bebido, lo que lo llevó a precipitar la estrategia planeada por Morelos. Se sugiere que Galeana quería ser el primero en entrar a la ciudad para superar a Matamoros. Sin embargo, su precipitación permitió a la defensa reconfigurarse y enviar la caballería. Sumado a ello, los insurgentes no estaban preparados para el inesperado ataque desde el oriente liderado por Agustín de Iturbide y sus tropas.
“Galeana, de repente, en lugar de entrar con el engaño que habían producido, pierde la ventaja ante los defensores y le llegan por detrás los refuerzos desde el oriente, entonces queda en un nudo, en el cual obliga a que Morelos envíe a Matamoros a dejar su posición y la estrategia original, y que vaya a rescatar a Galeana.” Comentó Espinosa
Los insurgentes intentaron escapar hacia la Hacienda del Rincón, cerca de Las Américas, que era prácticamente su única ruta de escape. Sin embargo, los realistas cortaron su retirada, provocando una “carnicería”. Con suerte, Galeana logró salvar su vida y parte de su tropa. Morelos se vio obligado a reconfigurar su estrategia, quedándose en la Loma de Santa María para evitar una retirada inmediata. Sin embargo, en ese momento, ya no pensaba en atacar la ciudad y retirarse en las siguientes horas.
Batalla de la Loma de Santa María, 24 de diciembre de 1813
Iturbide recibió la orden de dirigirse a la Garita de Santa Catarina (Carrillo) para realizar una observación. Posteriormente, Llano le indicó que se acercara más, a una distancia prudente hacia la loma, con el fin de obtener la mayor cantidad de información posible.
“Iturbide va a ir con dos [hombres] fundamentales en sus años de contrainsurgencia: Francisco Orrantia, que después será comandante de la parte norte de Guanajuato, incluso llegará hacia San Luis Potosí y a Zacatecas; y el otro, Matías Martín de Aguirre, que va a ser comandante de esta ciudad y va a ser diputado […] y que, a decir del Dr. Carlos Juárez Nieto, es la pieza clave para la consumación de la independencia aquí en Valladolid” señaló el investigador.
Iturbide, con 170 infantes, fue recibido con fuego insurgente y se vio obligado a avanzar para protegerse en el abrigo de uno de los peñones de la loma. El campamento insurgente, ubicado en la parte más alta, contaba con la protección de alrededor de mil soldados. Agustín desplegó sus tropas frente a la guardia enemiga y planeó un ataque sorpresa por una ruta de difícil acceso. Logró llegar con solo doce hombres a caballo y se adentró en el campamento, haciendo ruido con los cascos de los caballos y disparando al aire para generar confusión. Los insurgentes, descansando y desprevenidos, tomaron las armas y dispararon hacia el sonido de los caballos, hiriendo a algunos soldados de Iturbide, pero sin causar muertes. Sin embargo, la mayoría de los disparos alcanzaron a otros insurgentes, generando numerosas bajas.
Morelos tuvo suerte de no ser capturado ese día, ya que nadie anticipó las acciones de Iturbide, quien logró lo impensable. Aunque podría haber regresado para dar el golpe de gracia, el anochecer y las condiciones adversas lo obligaron a regresar a Valladolid. Mientras tanto, los insurgentes comenzaron a levantar el campamento para retirarse.
Escaramuza del 25 de diciembre
Al día siguiente, solo tres jefes importantes se quedaron para cubrir la retaguardia: Victoria, Galeana y Bravo, con 200 hombres. En ese momento, prácticamente todos los realistas atacaron a la retaguardia insurgente, que finalmente evacuaron el sitio dejando numerosos suministros.
Para finalizar, el historiador Espinosa menciona que murieron entre 2,000 y 2,500 hombres: aproximadamente 650-700 el 23 de diciembre; 1,500 en la Loma de Santa María; y alrededor de 200 el 25 de diciembre. El golpe fue contundente y fulminante para Morelos, tanto en lo militar como en prácticamente todos los aspectos. Morelos, quien venía a Valladolid como generalísimo y titular del poder ejecutivo, invicto hasta entonces, se encontró con circunstancias adversas. Por otra parte, Iturbide, quien aún no era un gran personaje, comenzaría a destacar con esta victoria.
El maestro Joaquín E. Espinosa Aguirre es Maestro en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actualmente es miembro del programa institucional de Doctorado en Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). Cuenta con un Máster en Historia del Mundo Hispánico por la Universitat Jaume I de Castellón, donde también forma parte del Centro de Investigaciones Históricas de América Latina. Ha recibido varios reconocimientos, como el premio Ernesto de la Torre Villar en 2019 por la mejor investigación histórica sobre la independencia de México, y una mención honorífica en el premio Atanasio G. Saravia 2018-2019, otorgado por el Fomento de Cultura de Banamex. Sus principales líneas de investigación se centran en el proceso de independencia en Guanajuato y Michoacán, el ejército durante la primera mitad del siglo XIX y, en particular, la figura de Agustín de Iturbide.
AVS