La Navidad de 1930: Cuando México soñó con un Quetzalcóatl navideño

En 1930 se aprobó que el dios mesoamericano Quetzalcóatl sería el nuevo símbolo de las navidades mexicanas
La Navidad de 1930: Cuando México soñó con un Quetzalcóatl navideño
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Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Uno de los momentos más insólitos en la historia de las festividades navideñas en México involucra al moreliano Pascual Ortiz Rubio, quien nació en 1877 y fue presidente de la República entre 1930 y 1932. Este hombre, quien además de su mandato presidencial también fue gobernador de Michoacán y desempeñó un papel crucial en la autonomía de la Universiada Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, aprobó la idea de integrar a Quetzalcóatl en las celebraciones navideñas del país.

Pascual Ortiz Rubio. Fundador de la U.M.S.N.H.
Pascual Ortiz Rubio. Fundador de la U.M.S.N.H.Arturo Vázquez

En pleno auge del nacionalismo posrevolucionario, se desató un debate sobre qué figuras debían representar el espíritu navideño y la entrega de regalos en México. En 1930, el gobierno de Ortiz Rubio, en colaboración con la Secretaría de Educación Pública (SEP), decretó que el dios mesoamericano Quetzalcóatl sería el nuevo símbolo de las navidades mexicanas. La intención detrás de esta decisión era fomentar en los niños de México el amor por su herencia cultural. Sin embargo, esta propuesta generó desconcierto entre la población, que temió que la Serpiente emplumada desplazara a los Reyes Magos o al Niño Dios, figuras profundamente arraigadas en la tradición católica del país. En esa época, la presencia de Santa Claus aún no era tan significativa en la cultura mexicana, lo que dejó a los otros personajes en el centro de las críticas.

El 23 de diciembre de 1930, Quetzalcóatl, el nuevo símbolo navideño, recibió a 15,000 niños en el Estadio Nacional, ubicado en la Colonia Roma de la Ciudad de México, en un evento que parecía una mezcla entre una representación de las culturas mesoamericanas y una fiesta navideña. Con una escenografía adornada con motivos prehispánicos, se erigió un basamento piramidal rodeado de arbolitos de Navidad decorados con luces multicolores. Los niños, emocionados, recibieron dulces, regalos y ropa de temporada. Para dar un toque patriótico al evento, se entonó el Himno Nacional mientras el escenario se llenaba de danzantes aztecas, y finalmente, los tres Reyes Magos hicieron su aparición.

A pesar de lo inverosímil de la situación, la idea de que Quetzalcóatl reemplazara a las tradicionales figuras navideñas no prosperó. Tras una experiencia única, se decidió no repetirla, y el nacionalismo revolucionario encontró otras formas de expresión, como el muralismo, dejando atrás las aspiraciones de hacer a la Serpiente emplumada el nuevo Santa Claus mexicano.

Y ahora, si tuviéramos que escribirle una carta a Quetzalcóatl, ¿qué le pedirías?

Referencia:

Sosenki, S. (2014). "Santa Claus contra los Reyes Magos: influencias trasnacionales en el consumo infantil en México (1950-1960)". En: Cuicuilco Revista de Ciencias Antropológicas, número 60. México: UNAM/Instituto de Investigaciones Históricas.

AVS

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