
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Lo que comenzó hace dos décadas como una investigación contra parásitos, hoy podría convertirse en la luz al final del túnel para miles de mujeres diagnosticadas con uno de los tipos de cáncer más agresivos del mundo. Investigadoras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) identificaron la molécula GK-1 como una alternativa prometedora para el tratamiento del cáncer de mama triple negativo.
Este subtipo, que representa aproximadamente el 15% de los casos de cáncer de mama, es reconocido por su agresividad, alta tasa de recurrencia y limitada respuesta a tratamientos convencionales. Frente a este panorama, la esperanza toma forma en los laboratorios del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, donde las científicas Edda Sciutto y Gladis Fragoso desarrollan esta molécula innovadora.
“En estudios preclínicos encontramos alta eficiencia y, en un rango alto de concentraciones, no detectamos efectos colaterales negativos, ni a niveles microscópico o macroscópico”, explicó Sciutto en entrevista con Gaceta UNAM.
La investigación entrará próximamente en una etapa decisiva: la aplicación clínica. En colaboración con el Instituto Nacional de Cancerología (INCan), se ha iniciado el diseño de un protocolo para evaluar la eficacia de GK-1 en pacientes humanas.
“Si se demuestra su eficacia, nos ayudará a cambiar la vida de pacientes con mal pronóstico”, destacó Claudia Arce Salinas, jefa del Departamento de Oncología Médica del INCan.
Este hecho también marca un hito para la ciencia mexicana, ya que será la primera vez que un fármaco desarrollado enteramente en la UNAM llegue a pruebas clínicas en humanos.
GK-1 no fue descubierta con fines oncológicos. Originalmente, Sciutto y Fragoso la identificaron mientras desarrollaban una vacuna contra la cisticercosis. Años después, observaron que esta molécula tenía capacidades antitumorales y antimetastásicas.
“Sin esperarlo, vimos que presentaba capacidades adicionales a las protectoras contra la cisticercosis y le detectamos propiedades antitumorales”, explicó Fragoso.
La clave, según las investigadoras, está en su capacidad para “reactivar” al sistema inmunológico frente a las células cancerosas, las cuales usualmente logran evadir la respuesta del cuerpo. En palabras de Claudia Arce, el sistema inmunológico de los pacientes con este tipo de cáncer suele quedar rebasado, lo que permite que el tumor crezca sin control.
Hoy, tras años de estudios preclínicos, GK-1 no ha mostrado ser tóxica ni mutagénica, incluso en altas concentraciones, lo que abre la puerta a tratamientos menos invasivos y más eficientes.
RPO