
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- ¿Alguna vez has estado en una situación de desempleo?, si tu respuesta es sí, entonces puedes sentirte identificado con lo que padecieron Marisela, Roberto y Efraín antes de colocarse en un centro de trabajo, en Morelia.
“En tres meses no he dejado de vivir como vivía cuando tenía trabajo, no porque tenga mucho dinero, es para motivarme y recordar que esto se acabará si no logro un empleo que me dé la misma estabilidad”, compartió Efraín, quien desde hace más de tres meses está desempleado.
En entrevista nos platicó su experiencia. Luego de un bajo ingreso en un empleo en el que duró más de doce años fue despedido, por “recorte de personal”, situación que lo llevó al mundo de “nosotros te llamamos”.
Logró conseguir un empleo que duplicaba su sueldo anterior: “a mí me sorprendió, yo sentía temor siquiera salir, era difícil pensarlo, estaba en la zona de confort”.
Pero este “trabajo de ensueño”, al interior de un despacho jurídico, ya que él es abogado sin título se terminó en año y medio. Preocupado, buscó una opción rápida y rentó un automóvil para convertirse en conductor de Uber, mientras que logra llegar al que hoy es su objetivo: “regresar a las andadas, era buena paga y me gustaba lo que hacía”.
Quienes accedieron a compartir lo que experimentaron al formar parte de las filas del desempleo optaron por omitir sus nombres completos. “No quiero que todo Morelia sepa cómo viví en ese entonces”, dijo uno de ellos.
No para todos es así de fácil. Roberto, padre de familia, de apenas 24 años de edad, tenía que llevar “comida a la mesa” cuando hace seis meses perdió su empleo debido a los recortes de personal derivados de la pandemia por el Covid-19. Ahí comenzó su peregrinar.
“Yo estaba en una empresa que moldea metales en Ciudad Industrial, pero hace un año más o menos dejé de tener trabajo, sólo nos dieron las gracias, porque los contratos los firmamos cada tres meses, así que el finiquito no llegó”, lamentó.
Ante ello, reconoció que “el mundo se le cerró”, debido a que no tenía ningún respaldo y su pareja, con quien tiene una hija de ahora seis años, vendía productos por catálogo, lo que redituaba un ingreso muy bajo para sostener los gastos de la casa.
Intentó buscar trabajo en el mismo rubro, pero no fue fácil, ya que en esa época nadie contrataba personal.
“Es lo que sabía hacer, se te cierra el mundo porque es a lo que me he dedicado y pues no tengo carrera o un título para chambear en otro lado, no es fácil”.
Después de cuatro meses de desempleo, Roberto logró colocarse en uno de los patios de obras de una empresa constructora que solicitó a una persona que manejara el mismo material que él hacía anteriormente.
“Está chingón, me pagan bien, tengo horario y prestaciones, hasta un seguro de vida, pero ya me da miedo, el trabajo se acaba y no quiero que pase otra vez”, agregó.
Otro de los casos, en esta pequeña recopilación de historias, es el de Marisela, quien pasó por cinco empresas en menos de un año, incluidos lapsos de tiempo sin trabajo, y entregando solicitudes al por mayor.
“No fue difícil encontrar trabajo, pero no tenían buenas condiciones, pagaban poco e incluso me llegaron a tratar mal; además, en otros lugares desestimaron mi trabajo, me hacían menos”, mencionó.
La joven de 28 años de edad tiene una licenciatura en Comercio Internacional, una más en Derecho, habla tres idiomas. Su curriculum es impresionante a la vista; pudo conseguir los trabajos, pero no mantenerlos.
Así anduvo, de chamba en chamba hasta que logró conseguir trabajo en una empresa ubicada en Estados Unidos, en la que genera proyectos turísticos para detonar en México, empleo por el cual tuvo que “picar piedra”, enfrentar entrevistas en otros idiomas y tratar con personas de otras culturas.
“Fue raro porque, literal, los ahorros ya eran mínimos, comía sopas para poder tener dinero y seguir moviéndome; mis padres me pudieron apoyar, pero como regresaba y les decía que las universidades que me pagaron no habían funcionado”, agregó.
Estas son las historias de tres morelianos, pero existen miles que no se cuentan, de gente incansable que se esfuerza cada día en conseguir un empleo, y si ya lo tiene conservarlo, pues como por ahí dicen: “Nada es gratis en la vida”.
SJS