
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Las pulseras rojas a base de hilo o con cuentas de este color, ya sea acompañadas por un ojo de venado, un ojo turco, siete nudos o una medalla de San Benito, tienen algo en común que ha perdurado por generaciones en México: la protección.
En el país y particularmente hablando de Morelia, es común ver a niños, jóvenes y adultos portando estas pulseras. En el argot popular se dice que sirven para evitar el “mal de ojo”, pero ¿de dónde surge esta creencia y cómo ha logrado mantenerse viva a lo largo del tiempo?
Para conocer más sobre este símbolo de protección, nos adentramos en algunos de los mercados más tradicionales de Morelia. En el Mercado Revolución, también conocido como el Mercado de San Juan, conversamos con la señora Mónica Cervantes, quien al momento de atender su local de especialidades herbolarias nos compartió un poco de esta creencia.
Al respecto, explicó que de lo que ella tiene conocimiento es que este tipo de pulseras se usan desde tiempos muy antiguos, incluso desde la época prehispánica. En este tenor, explicó que desde su experiencia las más solicitadas son las que incluyen el ojo de venado.
“El ojo de venado es la semilla de una planta, y su uso espiritual está enfocado en la protección, sobre todo para bebés y niños, aunque también hay adultos que las usan”, compartió.
Aunado a esto, detalló que aunque los aditamentos cambian, el hilo o cuentas rojas siempre son la base, ya que se asocia directamente con la energía protectora: “El rojo es de protección, es un color generalizado. Casi en todas las culturas antiguas el rojo simbolizaba protección. En algunas era el azul rey, como en Egipto; o el negro, en el caso de los pueblos nórdicos”, explicó.
En México, señaló que el uso de este color en las pulseras está vinculado con una vía de protección ante el “mal de ojo”. Sobre esto, explicó que se puede entender como una forma de envidia que puede manifestarse a través de una mirada o una emoción negativa hacia los otros.
Por otra parte, en el Mercado Independencia, otra comerciante coincidió en que la tradición se remonta a tiempos prehispánicos. Y explicó que con el paso de los años, los elementos han cambiado y se han adaptado a nuevas modas, pero el objetivo sigue siendo el mismo: protegerse de las malas energías.
“Creo que al final no importa si la pulsera trae una llave de San Benito o un ojo turco. Incluso se usan con otros colores como el azul y el verde. Independientemente de si las personas creen o no, algo que no se puede negar es que existen energías buenas y malas, y todos, a nuestra manera, buscamos protegernos”, expresó.
En la capital michoacana, este tipo de pulseras se pueden encontrar en distintos lugares, como en los mercados Revolución e Independencia o en diferentes tianguis.
Los precios varían, pero de acuerdo con lo que explicaron las mismas comerciantes, las más tradicionales rondan los 25 a 50 pesos. Quienes las venden suelen “limpiarlas” antes de colocarlas en la mano izquierda de los clientes, utilizando sal, hierbas o brebajes especiales.
Cada persona tiene su técnica para colocarlas, pero lo que permanece en los clientes es el deseo de contar con algo que brinde protección o seguridad frente a las malas vibras.
Tal vez más allá del color o los amuletos que acompañan la pulsera, lo que realmente mantiene viva esta tradición es la intención de quien la porta. Pues en la cotidianidad vemos que las usan personas de todos los ámbitos: desde los barrios populares, hasta políticos y artistas.
Ya que en un país donde lo espiritual convive con lo cotidiano, estos amuletos siguen recordando que el deseo de protección viene de la fe de quien los porta.
BCT