

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- Aunque hoy es común verlo junto al árbol de Navidad o decorando aparadores, el cascanueces no siempre fue una figura decorativa. Su historia inicia como una herramienta utilitaria y se transforma, con el tiempo, en un símbolo navideño universal, gracias a la tradición alemana, la literatura, el ballet y el folklore europeo.
Los primeros cascanueces surgieron como instrumentos metálicos o de piedra, utilizados desde la época del Imperio romano para abrir nueces, un fruto muy consumido en Europa. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XVII, en regiones como Alemania, Austria, Italia y Suiza, que comenzaron a fabricarse modelos más complejos y ornamentados.
Según la leyenda popular, un campesino buscaba desesperadamente una forma eficiente de partir nueces y ofreció una recompensa. Fue entonces cuando un habitante de su pueblo ideó una figura con forma antropomorfa, tallada en madera, que abría nueces con la boca. Así nació el cascanueces que conocemos actualmente.
El carpintero Friedrich Wilhelm Füchtner, en 1870, fue el primero en producir los cascanueces de forma masiva. Por ello se le considera el padre de los cascanueces modernos. Hasta la fecha, la octava generación de su familia continúa con esta tradición artesanal.
Las figuras comenzaron a representar a personajes de autoridad: reyes, policías, jueces y soldados. Sus grandes mandíbulas y semblantes rígidos eran una sátira visual hacia el poder. Colocar un cascanueces en casa tenía un simbolismo especial: se creía que protegía el hogar y traía buena suerte, ahuyentando malos espíritus.
El salto hacia la fama llegó en 1816, cuando el escritor alemán E.T.A. Hoffmann publicó el cuento “El cascanueces y el rey de los ratones”, donde el cascanueces cobra vida en la víspera de Navidad para defender a una niña llamada Clara.
Posteriormente, el autor Alejandro Dumas adaptó la historia con su estilo particular, haciéndola aún más popular.
En 1892, el compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski estrenó el ballet “El cascanueces”, basado en la historia de Hoffmann. Aunque en un inicio no tuvo mucho éxito, con el paso del tiempo se volvió una de las obras más representadas durante las festividades decembrinas en todo el mundo.
Hoy, es casi imposible separar la figura del cascanueces de la música y la danza que acompañan esta clásica obra de ballet.
BCT