Por: Keyra Sofía Mendoza Velázquez
Los trastornos alimenticios son afecciones complejas y devastadoras que afectan a millones de personas en todo el mundo. A menudo malinterpretados y estigmatizados, estos trastornos representan un desafío tanto para quienes los padecen como para quienes los rodean. En este artículo, exploraremos qué son los trastornos alimenticios, sus causas, síntomas y tratamientos, con el objetivo de aumentar la conciencia y promover la comprensión sobre este tema crucial.
Los trastornos alimenticios son problemas de salud mental que afectan la forma en que las personas se relacionan con la comida, el peso y la imagen corporal. Estos trastornos pueden tener consecuencias graves para la salud física y emocional de quienes los padecen, y requieren de un tratamiento adecuado y oportuno.
Los tipos más comunes de trastornos alimenticios son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Cada uno de ellos se caracteriza por unos síntomas y comportamientos específicos, que pueden variar según la persona y el contexto. A continuación, se describen brevemente cada uno de estos trastornos, sus causas y sus posibles tratamientos.
Tabla 1.1 Características más importantes de los trastornos mencionados anteriormente:
Tal como se muestra en la tabla 1.1 las diferencias de estos son, que mientras que la bulimia nerviosa implica episodios de atracones seguidos de comportamientos compensatorios y el inducir el vómito, la anorexia nerviosa implica una restricción extrema de la ingesta de alimentos y el trastorno por atracón se centra en los episodios de atracones sin comportamientos compensatorios. Así podemos observar por ejemplo que los síntomas de los trastornos alimenticios pueden variar según el tipo de trastorno, pero es importante estar atento a los signos de advertencia y buscar ayuda profesional si se sospecha que alguien está luchando contra un trastorno alimenticio.
Sin embargo, la causa de los trastornos alimenticios podrían ser factores genéticos, biológicos, psicológicos y ambientales; algunos de los factores de riesgo que se han identificado son: tener antecedentes familiares de trastornos alimenticios, tener una personalidad perfeccionista, obsesiva o ansiosa, sufrir de estrés, trauma o abuso, estar expuesto a presiones sociales o culturales sobre el peso y la apariencia, o tener otras enfermedades mentales, como depresión o trastorno obsesivo-compulsivo, entre otras.
En consecuencia, los trastornos alimenticios pueden causar una serie de complicaciones médicas como desnutrición, deshidratación, osteoporosis, anemia, problemas cardíacos, renales y hormonales, entre otras. Además, puede afectar la salud mental, provocando depresión, ansiedad, aislamiento social, baja autoestima y pensamientos suicidas.
Hablando desde el impacto emocional que estos tienen, los trastornos alimenticios están fuertemente asociados con la depresión y la ansiedad, así como también la lucha constante con la comida y la imagen corporal puede generar sentimientos de desesperanza y tristeza; a menudo se aíslan debido a la vergüenza y la culpa, y esto puede afectar su bienestar emocional y dificultar la búsqueda de ayuda; a demás la percepción distorsionada del cuerpo y la constante comparación con los demás pueden dañar la autoestima y la autoimagen; finalmente, los patrones de conducta alimentaria disfuncional pueden crear un ciclo de emociones negativas, donde la comida se convierte en una forma de lidiar con el malestar emocional.
Por otro lado, en la parte del tratamiento de los trastornos alimenticios generalmente implica una combinación de terapia psicológica, asesoramiento nutricional y, en algunos casos, medicación. La detección temprana y la intervención son fundamentales para una recuperación exitosa, y el apoyo continuo de amigos, familiares y profesionales de la salud es esencial en el proceso de recuperación. Por lo tanto, Realmente el tratamiento para los trastornos alimenticios es multidisciplinario y generalmente implica una combinación de enfoques médicos, terapéuticos y de apoyo; el primer paso en el tratamiento de los trastornos alimenticios es una evaluación médica completa para evaluar el estado físico del individuo, identificar cualquier complicación médica y determinar la gravedad del trastorno.
Así mismo entre los diferentes enfoques de la intervención psicológica, también se considera la terapia individual, proporcionada por un psicoterapeuta o un consejero especializado en trastornos alimenticios, ayuda a abordar las causas subyacentes del trastorno y a desarrollar estrategias para cambiar los pensamientos y comportamientos disfuncionales relacionados con la comida, el peso y la imagen corporal; por otro lado, la terapia familiar puede ser beneficiosa, especialmente en casos de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa, ya que ayuda a abordar la dinámica familiar y a mejorar la comunicación y el apoyo entre los miembros de la familia; un nutriólogo también es bastante importante en el proceso, ya que puede proporcionar orientación nutricional individualizada para ayudar al individuo a establecer patrones de alimentación saludables, superar la restricción alimentaria y abordar cualquier desequilibrio nutricional; en algunos casos, el tratamiento puede incluir medicamentos para tratar síntomas como la depresión, la ansiedad o los trastornos del estado de ánimo que a menudo coexisten con los trastornos alimenticios. Un psiquiatra puede evaluar la necesidad de medicación y proporcionar seguimiento y ajustes según sea necesario.
Dentro de los tratamientos de terapia psicológica más usada, se considera la Terapia Dialéctica Conductual (TDC) como un enfoque prometedor para tratar trastornos alimenticios ya que, ayuda a las personas a identificar y regular sus emociones de manera saludable, así mismo la comprensión de la relación entre emociones y alimentación es crucial para ofrecer opciones terapéuticas efectivas.
A modo de conclusión es importante mencionar la importancia de concientizar a las personas sobre este tema, ya que los trastornos alimenticios son enfermedades graves que afectan a personas de todas las edades, géneros y trasfondos culturales. Es crucial aumentar la conciencia y promover la comprensión sobre estos trastornos, y fomentar el apoyo y la compasión hacia quienes luchan contra ellos.
También es relevante hacer psicoeducación sobre este tema, ya que así podemos reducir el estigma de estos trastornos, y las personas que lo padecen podrían buscar ayuda sin sentir culpa o vergüenza, incluso aumentar la probabilidad de detectar algún trastorno alimenticio en etapas tempranas para así mismo, dar una intervención y tratamiento lo más pronto posible.
RYE