Una tarde gris

Una tarde gris
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La tarde es gris hasta que deja de serlo, y esto es una perogrullada, porque es evidente, pero no es evidente cuál es el color anterior o posterior al gris, ni las ideas a que da lugar.

Y, aunque el gris es antes que otra cosa un color que surge de la mezcla del negro con el blanco y que, dependiendo de las proporciones de uno y otro da tonos más claros u oscuros de gris, no es solo eso.

El gris representa lo amestizado, la mezcla de dos colores puros que evocan la claridad y la oscuridad, a veces, incluso la bondad y la maldad, su conjugación.

Las personas somos grises, por la infinita capacidad que nos sustancia para ser a veces buenas y a veces malas; pero también, porque todas las personas somos fruto de un amasijo de, al menos, dos personas, de dos familias, de dos culturas, razas, y formas de entender y querer la vida.

Esa singularidad gris, sumada al gris del resto de las personas, da paso a grupos humanos, sociedades y pueblos en sí mismos y entre sí de distinto gris.

Todas somos personas grises, ajenas en sustancia a la pureza, porque la pureza quizá es una utopía.

Como personas, entonces, podemos ser un poco más claros, un poco más oscuros y esto entenderlo en un sentido figurativo, para mostrar que no hay buenos, ni malos, ni perfectos, ni imperfectos.

Pero el gris también huele, se siente y sabe en tardes grises, porque huele, se siente y sabe a humedad, a un toque de frío, de tristeza y de melancolía.

El gris vespertino, es posible que evoque la memoria del hombre en su origen, cuando guarecerse era complicado y esto lo sumía en aflicción.

El gris, incluso, sabe a una taza de café o de té calientes en cuyo vapor se busca el sentido de algunas cosas y se aspira a un acogimiento del calor para el cuerpo y para el espíritu.

Una tarde grisácea igual alberga esperanzas por un cielo claro o por un manto nocturno de luces tiritantes.

El cielo azul es probable que solo sea el preludio, que el cielo moreno sea el post-ludio y el gris el interludio.

El gris es una sinfonía de la naturaleza que se revuelve de sus colores naturales para silbar el ser de las cosas, como realmente son.

La tarde gris explica por eso que hay personas capaces de humillar la dignidad de los pueblos con explosivos, que en su grisura son capaces de ocupar naciones por ambición, que hay personas que mienten y dañan, que tienen apetitos poco claros.

Pero la tarde gris, también explica que en algún lugar hay algunas personas que piensan en el bien, en hacer feliz a alguien, en ayudar, en provocar esperanzas, nuevas realidades de virtud.

La tarde gris se escurre, como las gotas de agua en el cristal de las ventanas, lentas, y en las que te puedes mirar reflejado(a) en el cristal.

Vendrá el raso morocho, como cada día, con chispas de luz de colores que se estremecen y permiten dejar el gris de la tarde, para llegar a la nocturna filosofía suprema.

Las preguntas que susurrarán entonces los astros serán: qué es lo bueno, qué se debe hacer.

mrh

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