Acá Entre Nos por Jaime Arturo Vázquez Aguilar
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Una política educativa transexenal

En 2023, el nearshoring se puso de moda en la agenda económica de nuestro país. La encontramos en artículos de opinión, en mesas de análisis, foros, convenciones, en fin, no falta quien lo coloque en la mesa. Google Trends, una herramienta que permite conocer con qué frecuencia se busca un tema o un término en la red, muestra que las búsquedas de la palabra "nearshoring" prácticamente se triplicaron en el último año, sobre todo, en Nuevo León, Ciudad de México, Querétaro, Coahuila y Sonora esto, sin duda, guarda congruencia con las inversiones anunciadas.

En efecto, México se ha convertido en un territorio estratégico para el mundo, sobre todo, para las empresas estadounidenses que buscan reducir costos y aumentar su eficiencia, pero también para las chinas que quieren aprovechar las oportunidades que brinda el T-MEC para ingresar al mercado estadounidense. La prospectiva es halagüeña. Hace unos días la secretaria de Economía reveló que tienen en sus registros anuncios por más de 100 mil millones de dólares, aunque si nos remitimos a las cifras de los analistas la inversión podría rondar los 320,000 millones de dólares.

A pesar del lugar protagónico que ha tomado el nearshoring en México, no todo es miel sobre hojuelas, existen desafíos para que nuestro país se posicione como la nueva potencia exportadora del mundo, especialmente si se toman en cuenta los problemas estructurales, entre los cuales destaca la calidad y eficiencia del Sistema Educativo Nacional.

En México, llevamos tres décadas de reformas educativas, todas han tenido como eje transversal: elevar el aprendizaje de los alumnos. Hemos pasado de la alfabetización a la calidad de la educación, pero aún no logramos que nuestro sistema educativo sea un referente internacional.

La fotografía de la última evaluación internacional no es alentadora para nuestro país. Los resultados de PISA 2022, revelaron un retroceso importante de México; aunque hay que tomar con reserva y objetividad los resultados, pues el Dr. Felipe Martínez Rizo, experto en evaluación educativa, ha destacado que “el sistema educativo de México no es de los mejores del mundo, pero tampoco de los peores; tiene un nivel medio —congruente con su desarrollo general— y con el lugar del país en ordenamientos como los basados en el PIB per cápita o el Índice de Desarrollo Humano”.

Más allá de la afirmación del Dr. Martínez Rizo, lo cierto es que mientras en Corea del Sur 9 de cada 10 personas han terminado la educación media superior; en México, los habitantes de 15 años y más únicamente tienen 10 grados de escolaridad. Por otra parte, de cada 100 alumnos que ingresan a primer grado de primaria, solo 28 egresan de licenciatura, la mayoría abandona sus estudios en el bachillerato.

La educación es un motor de movilidad social y una herramienta poderosa para aumentar la productividad y la competitividad. Países como Corea del Sur o Singapur son ejemplo de ello. Sus economías crecen, se han convertido en líderes mundiales en innovación tecnológica y han logrado alcanzar niveles de bienestar social sin precedentes. Hace más de medio siglo, Corea del Sur se encontraba entre los países más pobres del mundo; hoy, es protagonista en la escena económica mundial, cuenta con una sólida base industrial y tiene uno de los mejores sistemas educativos.

Si México quiere destacar en el concierto de las naciones es necesario formar capital humano altamente competitivo y para ello es impostergable un buen modelo educativo, acorde con la nueva dinámica nacional e internacional. Pasemos de la política a las políticas públicas en el sector educativo, políticas de Estado que vayan más allá de una administración.

rmr

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