Un mundo de sencillez y pureza
Hay pueblos que conservan su sencillez y pureza original, lejos de los países del primer mundo, hechos de cemento y gases.
Vista panorámica
Lejos de Estados Unidos y de los países desarrollados, se disuelve el impacto de un mundo acelerado y superdesarrollado. Allá no hay prisas ni gases contaminantes.
Existe un país pobre, pero bello y feliz; su creación es admirable y espléndida. Tiene un mundo natural de sencillez: árboles lozanos, ríos amplios y cristalinos.
Su gente mantiene una fe sencilla y pura en el mundo de Dios, en la madre de Dios. Su nombre está en la capital, y sus imágenes, grandes y azules, están por todas partes.
Sus maravillas naturales son inigualables; son cumbres de belleza.
Hay un gran encanto en su pueblo, su calidez y sencillez, y en la musicalidad de su lengua, que canta en guaraní.
Es un país lejano, rico en cobre. El ser humano, único ente inteligente sobre la Tierra, es espíritu encarnado en la materia.
Su vida humana, según su modo de realización, puede dividirse en cuatro categorías.
La luz de lo alto
Los seres originales eran puros; la creación dio origen a seres puros.
En el principio todo era armonía y belleza, pero el mal entró en el mundo: la perversión, el crimen, y el orden de la creación se descompuso.
No podemos ignorar la presencia del Maligno, por quien llegó la transgresión. Se rompió la inocencia original; eso trastornó al mundo social y a la creación.
Bajo la guía perversa del hombre, el mundo perdió su equilibrio. Se desorientó, se enredó en los males, quedó sujeto a fuerzas terribles y desordenadas, ya sabemos de quién.
Llegaron la guerra, el caos y la destrucción. En el hombre surgieron la soberbia, la egolatría. La mente necia y el corazón entregado a la tiranía de las pasiones causaron el desastre.
Están lejos los que explotan y saquean para satisfacer sus bajos instintos.
En contraste, en este país lejano se respira la pureza y la sencillez de la creación y de su gente, como si fueran niños.
Lejos del llamado “progreso material”, queda un mundo que aún canta.
rmr