Un año, el zócalo lleno: ¿Qué cambia?

Un año, el zócalo lleno: ¿Qué cambia?

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La fiesta para analizar la gestión pública de la presidente es algo deslumbrante y vano que oculta la realidad cotidiana.

Vista panorámica

La gran manifestación popular, elemento celebrativo de un año de gobierno, es estruendosa. De mucho brillo, tal vez, pero no es el instrumento más adecuado para ver la situación con objetividad, sencillez y transparencia que vive México.

La concentración de mucha gente de todo el país es multitudinaria, voluminosa, como los mejores años de la dictadura priista.

Para enfrentar nuestra realidad necesitamos implementar otros instrumentos más sencillos y serios. Los nuevos protagonistas del México democrático nos hicieron sentir que esas manifestaciones triunfalistas pertenecían a tiempos pasados de los mexicanos malvados, que no sabían de democracia y de progreso y del bien de México.

¿A qué corresponden las plazas abarrotadas por miles de personas que celebran un año de gobierno como una gran fiesta?
Estrépito, gritos de euforia, actitudes con aclamaciones de triunfo.

La vida, no de una multitud eufórica que celebra, sino de los millones y millones de mexicanos que tienen cita con una situación de impunidad, inseguridad, desempleo, crisis educativa y falta de atención en las escuelas y de auxilio urgente en los hospitales; de manos cansadas y vacías, y herencia de dinero por el desempleo, la carencia de empleos formales, la incertidumbre ante la vida, el desencanto y el pesimismo por la falta de oportunidades, es el panorama de México y el encuentro en la lucha diaria.

Los poderosos siguen aplastando vidas en el Caribe o en la Franja de Gaza, en contra de las poblaciones pobres de árabes, gazatíes, de venezolanos condenados sin los procesos de justicia, con las armas justicieras del imperialismo anglosajón.

Por iniciativa de Donald Trump, se dan intentos serios de determinar la guerra de Israel contra los palestinos. ¡Ya, por piedad!
Pongan fin a la guerra absurda, brutal. Es inmenso y horrible tanto derramamiento de sangre de un pueblo de pobres. La crueldad despiadada y aberrante de Netanyahu y el pueblo de Israel. ¡Por piedad!, no más muertos y derramamiento de sangre.

En un mundo de sombra y muerte hay lucecitas, y nos distraen y alivian: el triunfo del Toro en ciclismo y el paso de la selección de futbol sub-20. Vamos a ser campeones del mundo. Para hacerles buena vibra, soñamos con el triunfo.

Ya terminen con la violencia en nuestro México. Enfrenten, autoridades, este problema prioritario de vida o muerte. No se diviertan mientras el pueblo de los pobres llora a los desaparecidos.

¡Por piedad! Servir inmigración termina en la guerra de los asesinatos. Dejen al crimen organizado. Dejan la vida. Tu deber, Claudia, policías, es sacarnos de la onda de crimen y muerte.

¡Ya basta! No más desaparecidos, luto; no más despojos, asesinatos y muerte. Denos paz, que su vida y acción no nos dejen expuestos a que cualquiera nos asesine.

Un amigo muy querido está desaparecido, ni rastro. La fiscalía no atiende la denuncia.

La luz de lo alto

Necesitamos analizar nuestra situación, no con fiestas multitudinarias, costosas, triunfalistas, sino haciendo un alto de reflexión objetiva, inteligente, humilde, de un México que tiene una gente maravillosa y un país inmensamente rico, un potencial enorme de creatividad, de trabajo y de lucha para hacer un México grandioso, progresista, de los grandes del planeta.

Podemos dar a México el impulso que supere las miserias materiales y sociales, y que ofrezca lucha y trabajo para transformar el país, para aprovechar sus fabulosas riquezas humanas, naturales y construir un país maravilloso no en la narrativa y en las declaraciones dogmáticas de líderes en los actos públicos, sino en la transformación de la vida.

México no se construye con declaraciones triunfalistas y exaltadas de quienes están frente a las multitudes porque tienen el poder; se construye con el esfuerzo y abnegación de un pueblo que trabaja, que supera obstáculos y crea una situación más libre y rica, y de éxito con el aprovechamiento brillante, entusiasta y abnegado de los recursos, del trabajo y de las oportunidades. Con logros reales y trascendentes.

En el discurso oficial se dan declaraciones solemnes: “Vamos por el camino correcto”. Moralmente, ¿quién eres, qué autoridad tienes para que eso sea realidad?

En el gobierno no se reprime… Qué bonito. El problema es que no se castiga el crimen y el narco sigue asesinando.

Basta de afirmaciones dogmáticas, la palabra de una mujer no tiene ningún poder para crear cosas nuevas, resolver los problemas.
No cambia nada. Así no se construye México.

rmr

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