Tumultos y túmulos

Tumultos y túmulos

Los crímenes y delitos cometidos en tumulto –por demás ocurridos a lo largo de la historia y en todo lugar- se pueden analizar a partir de diferentes ángulos, interesantes para la reflexión, aunque emocionalmente desagradables.

Un tumulto, esto es, una muchedumbre de personas (también hay muchedumbre de cosas) que comete delitos, es un fenómeno que interesa a la psicología social, por ejemplo, para conocer el cómo un grupo humano adquiere una “conducta” que parece propia o su relación con los estereotipos y las emociones, por ejemplo.

Para la sociología, por otro lado, la relación tumultos-crímenes, interesa para, por ejemplo, saber cómo factores físicos (la temperatura del medio ambiente, dicen algunos sociólogos, es algo que influye en la comisión de delitos por turbas, y es así que se cometen más delitos tumultuarios entre primavera y verano o en regiones cálidas, que en temporada invernal o regiones frías), étnicos, culturales, sociales y económicos, influyen en la perpetración de delitos por las turbas.

Para la ciencia política, la comisión de crímenes por muchedumbres de personas también es de interés, ya que, por ejemplo, se relaciona con el tema de la autoridad institucional y si el crimen tumultuario implica una dilución del poder público.

Así, puede seguirse dando muestras de cómo en los diferentes campos del saber los tumultos-crímenes son objeto de interés.

Pero quizá el ángulo más importante sea el de las leyes, para responder preguntas como ¿La muchedumbre tiene derecho de hacer justicia por propia mano y privar de la vida a una persona? ¿Las personas que forman parte de una muchedumbre y cometen un delito –homicidio o lesiones, por ejemplo- deben ser penadas? ¿Las autoridades de seguridad pública deben proteger a las personas de las acciones violentas de una muchedumbre?

En torno a la primera pregunta, la respuesta es clara y contundente: ni una muchedumbre, ni una persona singular, tienen derecho de hacerse justicia por propia mano e imponer y ejecutar una pena de muerte.

Y la razón fundamental es que la pena de muerte está prohibida, pero, además, porque la muchedumbre no investiga, no prueba, no sentencia, ni brinda oportunidad de defensa a nadie.

Y esto lleva a cometer errores fatales, pues existen casos demostrados en los que personas inocentes fueron privados de la vida –bajo la creencia, y a veces sin siquiera creer que se cometió un delito-, y la vida no se repone. Ahora, si las personas fueron sorprendidas al momento de cometer el delito o juzgadas y encontradas responsables, esto tampoco legitima el hacerse justicia por propia mano, a menos de que se obre, en su momento, en legítima defensa o un estado de necesidad.

¿Las personas que forman parte de una muchedumbre y cometen un delito –homicidio o lesiones, por ejemplo- deben ser penadas? Sí, pero esto depende de si en la legislación penal aplicable se prevé así, pues hay códigos penales de entidades federativas que no contemplan los delitos de homicidio o lesiones cometidos en tumulto, mientras que en otros sí.

Así que, en donde la legislación penal tipifica los delitos de homicidio y lesiones cometidos en tumulto, la ley debe aplicarse, y en donde no se prevea, no habrá lugar a ello, bajo la figura de tumulto, y solo habría la posibilidad de sancionar a las personas en lo singular, siempre que se demuestra plenamente y sin duda, su responsabilidad (lo que es poco probable).

Finalmente, a la pregunta de si ¿Las autoridades de seguridad pública deben proteger a las personas de las acciones violentas de una muchedumbre? Debe responderse que sí, incluso si se demostrara la responsabilidad de las personas acosadas por el tumulto, pues, se reitera, no es factible hacerse justicia por propia mano.

Es muy doloroso que los tumultos lleven a los túmulos y lleven a respuestas emocionales descontroladas, pero no se debe compartir la postura de los linchamientos.

El esfuerzo se debe orientar, más bien, a que se exija, en especial de las autoridades públicas que cumplan con la función que les compete.

Que la policía prevenga y salvaguarde a las personas, sus derechos y bienes; que las policías y la fiscalía investiguen y, en su caso, imputen y ejerzan la acción penal contra quien corresponda; que los jueces administren justicia; y que en los centros de reclusión cumplan su función.

Alinearse con los tumultos que cometen delitos, en cierto modo puede ser “popular” pero contribuirá, al final, a un estado de injusticia que nadie en su sano juicio quiere.

Un tumulto no debe llevar a un túmulo, ni a legitimarlo; hay que cambiar el enfoque.

RYE

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