Sistema Nacional Electoral

Sistema Nacional Electoral

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Previo a la reforma de 2014, había quienes planteaban la desaparición de los Institutos Electorales Locales, para que el Instituto Federal Electoral llevara a cabo todas las elecciones.

La principal razón fue que, al darse la alternancia en el poder en el año 2000, el partido desplazado fue recobrando fuerza a partir de las elecciones locales, hasta recuperar el poder en 2012; por ello, había un cálculo político de desaparición de dichos institutos electorales, cuyos integrantes eran nombrados por los Congresos de los Estados.

Sin embargo, diversos gobiernos de los Estados no estuvieron de acuerdo en que desaparecieran los institutos electorales de las entidades federativas; pero la razón técnica fue y es mucho más importante ayer y hoy: responsabilidades como las candidaturas locales (gubernaturas, diputaciones locales y ayuntamientos), los cómputos locales (que corresponden a circunscripciones diferentes a las federales y que requieren instancias locales directas que las lleven a cabo), la complejidad de la documentación electoral local por un número mucho más grande de candidaturas y de combinaciones de coaliciones. Además, de todo un cúmulo de responsabilidades en materia de participación ciudadana y de asuntos de pueblos originarios. Todo ello hizo que se pensara mejor su desaparición.

Lo que surgió de esa interesante reflexión de 2014 fue la creación de un sistema nacional electoral, en donde los organismos públicos locales electorales (OPLES), así denominados genéricamente por la Constitución, participaran en un sistema de distribución de competencias, en el cual todo aquello que fuera necesario, por su esencia genérica y con el afán de no duplicar atribuciones, se hiciera por el INE: Padrón Electoral, geografía electoral, ubicación de casillas, integración de casillas, capacitación electoral, fiscalización, además de atribuciones para homogeneizar otros procedimientos que se realizaran por el INE.

Pero todo aquello que tuviera una relación directa con lo local y con los efectos de la cantidad de candidaturas, así como lo relacionado con las diferentes formas de participación en cada entidad federativa, se llevara a cabo desde los denominados OPLES.

Lo cierto es que se construyó un virtuoso sistema nacional electoral, que ha permitido garantizar que los OPLES atiendan, resuelvan o administren los problemas político-electorales locales, resultando un filtro de gran relevancia que, de no existir, saturarían al Instituto Nacional Electoral.
Lo anterior se multiplica con la concurrencia de las elecciones judiciales federales y locales.

Si bien es cierto que el INE puede asumir competencias de los OPLES, y lo ha hecho en situaciones muy aisladas, dicha posibilidad es solamente excepcional, permitiendo que el federalismo siga funcionando en este aspecto fundamental, como lo es el tema político-electoral.

Sin duda, existen áreas de oportunidad que pueden ser revisadas a la luz de un criterio de austeridad, pero debe hacerse con sumo cuidado, para que la receta no se convierta en una grave enfermedad del sistema.

Frente al cercano solsticio de invierno, que nos hace partícipes de un interesante fenómeno astronómico en el hemisferio norte del planeta, en el que la noche dura mucho más que el día, revirtiéndose esta tendencia a partir del 21 de diciembre, lo que se traduce en deseos de esperanza y de ver lo bueno en toda construcción humana, espero que se valoren las virtudes del sistema nacional electoral que en México se ha creado.

Me tomaré unos días de descanso y nos vemos el año entrante. Les deseo a mi par de personas lectoras, una feliz Navidad y un próspero 2026.

rmr

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