¿Quién se hace cargo?

¿Quién se hace cargo?

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México atraviesa una de las etapas más críticas de su historia reciente. La vida institucional, democrática, de seguridad, laboral y económica del país se degrada a pasos agigantados, víctima de una clase gobernante que parece más preocupada por perpetuar sus privilegios que por asumir la enorme responsabilidad que conlleva dirigir una nación.

Cada día, el panorama se torna más sombrío. Los titulares de noticias se llenan de tragedias: masacres que permanecen en la impunidad, actos de inseguridad que destrozan familias y corrupción que, lejos de ser erradicada, se disfraza bajo un manto de indiferencia oficial. Este escenario no solo enlútese hogares, sino que además siembra un profundo sentimiento de desamparo y desesperanza en la sociedad mexicana.

La irresponsabilidad de los gobernantes no se limita a los actos delictivos y de violencia que azotan al país. La economía también sufre. En un entorno global cada vez más competitivo, México parece alejarse de las oportunidades de desarrollo por la falta de políticas públicas coherentes y una gestión estatal que prioriza los intereses de unos pocos sobre el bienestar de la mayoría. Mientras tanto, los trabajadores enfrentan condiciones cada vez más precarias, con salarios que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas y con derechos laborales que se erosionan lentamente.

En el ámbito democrático, la situación no es mejor. Las instituciones que deberían ser pilares del sistema político son debilitadas y manipuladas. El debate público se polariza, y las decisiones se toman con miras a beneficios inmediatos, dejando de lado la visión a largo plazo que requiere el desarrollo nacional.

En este contexto, la indiferencia gubernamental es especialmente alarmante. Cada tragedia que se minimiza, cada acto de corrupción que se ignora y cada violación de derechos que queda impune no solo representa un fracaso individual, sino también un golpe a la confianza de los ciudadanos en sus líderes.

El pueblo de México no merece esta realidad. Es imperativo que los gobernantes asuman plena conciencia de sus responsabilidades y actúen con el compromiso y la ética que la nación exige. Sin embargo, el cambio no solo debe venir desde arriba. La sociedad civil, con su inquebrantable espíritu de lucha, debe continuar exigiendo transparencia, justicia y rendición de cuentas.

México es una nación de gran riqueza cultural, natural y humana. Es deber de todos rescatarla de la ruta caótica en la que se encuentra y devolverle la esperanza de un futuro digno, seguro y próspero. La historia ha demostrado que el pueblo mexicano tiene la fuerza para enfrentar grandes retos; hoy, más que nunca, esa fuerza es necesaria para construir el país que merecemos.

*Presidente Nacional del PRI.

AML

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