Dr. Damián Arévalo Orozco
Dr. Damián Arévalo Orozco

Los huracanes de intensificación rápida, cambio climático y responsabilidad ambiental

Sobre las tragedias que causan los fenómenos climáticos se han escrito un sinfín de artículos tratando de explicar o por lo menos entender la furia de la naturaleza y su impacto en el desarrollo de la vida. Desde luego, se debe ser conscientes sobre la responsabilidad recaída en los conocimientos de los expertos, de los científicos dedicados al estudio de estos acontecimientos devastadores, de las causas que han originado el calentamiento del planeta y el cambio climático experimentado por este.

Sin duda alguna, la responsabilidad humana juega un importante papel, para bien o para mal, respecto al impacto ambiental, influenciando de cierta forma la reacción de la naturaleza ante tales acciones. Los huracanes siempre han existido y seguirán existiendo, su proceso de formación según los estudiosos se basa en el calor que desprende el mar, es decir, un mar cálido, una atmósfera tranquila y el aire húmedo.

Cuando el mar tiene una temperatura superior a los 26 grados aporta la energía suficiente que funciona como combustible en la formación del huracán. Al respecto, los científicos y, por lo tanto, los gobiernos de cada país saben exactamente qué regiones son propensas a este tipo de fenómenos y por consecuencia deben prever las medidas, antes, durante y después de un huracán; asimismo, deben orientar a la ciudadanía sobre este tipo de acontecimientos climatológicos. Por sus condiciones geográficas se ha denominado al mar del pacífico como “piscina cálida del Pacífico”.

En los últimos años los huracanes han presentado una intensificación más rápida, pasando de una categoría menor a mayor en un corto tiempo. Así se ha identificado a Otis, huracán que ha venido a trastocar muchos puntos sensibles de la vida de nuestro País, a reflexionar sobre la responsabilidad ambiental, no solo de la autoridad, sino de todas las personas. Debemos entender que toda acción humana tiene un impacto en la naturaleza que puede variar por su grado de daño causado. Consecuentemente, debemos asumir de forma solidaria sus consecuencias. Los fenómenos climáticos no discriminan y pegan por igual a todos; lamentablemente, quienes padecen más siempre son las clases vulnerables, los que no pueden recuperarse rápidamente.

Ahora bien, ante tales acontecimientos debemos cuestionarnos sobre la responsabilidad ambiental, para ello, es necesario entender a ésta como imputabilidad de una evaluación positiva o negativa por el impacto ecológico de la acción humana. Estamos hablando del daño causado a otros elementos naturales, bióticos y abióticos; incluso del “daño” a las futuras generaciones. La responsabilidad ambiental puede ser por acción u omisión.

En nuestro país ya se ha incorporado la responsabilidad ambiental en la norma constitucional desde el 2012 y, precisamente, junto al derecho humano al medio ambiente se ha señalado que el daño y deterioro ambiental genera responsabilidad para quien lo provoque. Aunque no es el caso de atribuir de forma directa los daños provocados por el huracán Otis a una determinada persona o autoridad, eso sería una inexactitud; sí podemos hablar de la incidencia antrópica, debido a que se trata de acciones u omisiones de la propia actividad humana, que no ha sabido o no ha querido realizar su desarrollo de forma sustentable. Y esta responsabilidad abarca a todos los habitantes del planeta, en mayor medida a los países con mayor huella ecológica, los países industrializados que han fomentado el aumento de la temperatura de la tierra.

Lamentablemente, los científicos también han alertado que los futuros fenómenos climatológicos serán de mayor magnitud y más devastadores. La naturaleza ha llegado a un deterioro muy grave, está en punto de inflexión climática irreversible, porque año con año se supera el umbral de la temperatura. La deforestación, el cambio de vocación del suelo, el uso de energías y combustibles fósiles,  el aumento de automotores a base de gasolina, el consumismo, el crecimiento de la población mundial que ha rebasado los 8 mil millones de habitantes y requiere de mayores recursos para satisfacer sus necesidades, entre otros factores, han propiciado el aumento de la temperatura del planeta. Los puntos de inflexión ambiental o climáticos irán desencadenando uno tras otro, como efecto cascada.

Nos queda asumir el compromiso y responsabilidad ambiental, ser solidarios,  ser conscientes que ni con todo el dinero del mundo se podrá regresar a las condiciones ambientales que aún hacen posible la vida en el planeta como casa de todos. Para eso, cada uno de nosotros debe actuar con pequeñas acciones desde casa, la escuela, el trabajo, la colonia, la ciudad, el campo, la industria con una forma de vida sustentable; debemos cuidar el agua, separando la basura, reciclando, reutilizando y reduciendo el consumo de plásticos; el uso de la bicicleta, utilización del transporte público, tener como prioridad el consumo de productos locales, por señalar algo de lo que debemos hacer.

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