Las políticas socioambientales en el estado de Michoacán deben ser permanentes y fortalecidas
Uno de los aciertos más sobresalientes de cualquier gobierno que se jacte de atender los problemas ambientales actuales debe reflejarse en programas y acciones a largo plazo, donde se incorpore la participación de todos los actores que, de una u otra forma, causan un impacto ambiental susceptible de ser atendido de forma inmediata, pasando de ser parte del problema a formar parte de la solución al deterioro causado a la naturaleza.
El concepto de medio ambiente debe considerarse de forma tan amplia que abarque el conjunto de todos los elementos naturales vivos, relacionados intrínsecamente con los elementos naturales abióticos, formando los ecosistemas que permiten el desarrollo de todas las manifestaciones de vida en el planeta. El cuidado sustentable del adecuado funcionamiento de estos ecosistemas es lo que permite el acceso a agua limpia, alimentos sanos, oxígeno y aire puro. Si se trata de crecimiento económico, el desarrollo sostenible debe ser la mejor opción para garantizar el acceso a las materias primas y el uso responsable de los combustibles fósiles, hasta que estos sean superados por el uso de energías limpias, verdes o amigables con la naturaleza.
Es indispensable mantener un vínculo permanente entre la conservación ecológica de los recursos naturales que forman parte de la biodiversidad michoacana y el aprovechamiento que, en la actualidad, realizan los productores de los monocultivos más importantes del estado. Generar no solamente leyes prohibitivas, sino también programas de concientización, ética ambiental y nuevas prácticas socialmente responsables, es el camino. A la par, es obligación del Estado aplicar políticas y programas alternativos para la obtención de ingresos por parte de las comunidades, sumándolos a la protección y conservación de bosques, lagos, ríos y suelos, antes de que la escasez imposibilite su rescate.
Es mejor ahora, y no lamentarse después, aplicar el mayor esfuerzo financiero y humano en la realización de acciones en favor del ambiente, en lugar de esperar a estar en los umbrales más críticos del aprovechamiento de los recursos naturales. No se debe esperar a que el agotamiento sea aún más acelerado, aunque, para algunos investigadores, muchos cuerpos de agua, como el Lago de Pátzcuaro, ya se encuentran en ese nivel; lo mismo ocurre con el cambio irregular y excesivo del uso de suelo en los bosques michoacanos. Incluso se habla de la crisis que puede ocasionarse al afectar las capacidades de recarga en las cuencas hidrológicas, en las reservas ecológicas y en varias de las áreas naturales protegidas destinadas a ese fin.
La visión social y ambiental presentada en el cuarto informe de gobierno del maestro Alfredo Ramírez Bedolla, al menos en las acciones mostradas públicamente con el programa Guardián Forestal, basado en un sistema de videovigilancia sobre los bosques, el cambio de uso de suelo e incluso sobre la construcción ilegal de ollas agrícolas para la retención de agua, genera una expectativa positiva. A la par, las comunidades indígenas, celosas de sus recursos naturales pero muchas veces abandonadas a su suerte, ahora se han mostrado colaborativas en la recuperación del Lago de Pátzcuaro y sus manantiales, generando programas de empleo temporal y actividades ecoturísticas que, desde nuestro punto de vista, deben ser aún más fortalecidas.
El fomento entre los productores de aguacate para inscribirse en el Programa de Certificación de Buenas Prácticas Ambientales “Pro-Forest Avocado” es de gran valor. Aunque su participación es voluntaria, implica el reconocimiento de las autoridades ambientales de que las áreas de cultivo no hayan sido deforestadas desde el 1 de enero de 2018, que no haya ocurrido un incendio en su predio desde el 1 de enero de 2012, que sus huertas no estén dentro de un Área Natural Protegida y que, además, participen activamente —con financiamiento propio— en programas de conservación de áreas forestales equivalentes a su huella hídrica.
Desde luego que son buenos augurios del cuidado ambiental fomentado a partir de acciones gubernamentales; sin embargo, insistimos, es una corresponsabilidad social, de cambios de hábitos, actitudes y buenas prácticas en nuestra vida cotidiana respecto a la relación ética con el planeta.
SHA