“Las horas violetas”

“Las horas violetas”

No mucho después de la mitad del siglo XX, Luis Spota, periodista, escritor y aficionado al boxeo, publicó la novela “Las horas violentas” en la cual abordó el problema de cómo una lucha sindical legítima, en el camino, se contamina por intereses ajenos que no permiten distinguir con claridad lo correcto de lo incorrecto.

La esencia del argumento es que frente a un problema social se puede brindar una respuesta legítima, pero en su desarrollo se infecta en un contexto en el cual esto no es infrecuente.

La infección de los movimientos sociales muchas veces puede dar lugar a episodios o prácticas violentas, no solo porque se ejerza fuerza física, sino también porque se pervierten los valores de los mismos movimientos.

Las hipótesis de la violencia en los movimientos sociales son muchas:

- Los movimientos sociales no son uniformes, porque en su seno participan personas y grupos diversos, con perspectivas de conocimiento y comprensión, pero también de acción diferentes, así que, hay que suponer que en esos movimientos hay personas con sentido disciplinado y otras con proceder anárquico, violento.

- Los movimientos sociales eventualmente tienen un desarrollo muy pausado, en especial, por lo que hace a concretar los intereses que buscan tutelar, y por esa lentitud llegan a estados de insatisfacción como de hartazgo que llevan a la adopción de conductas claramente violentas.

- Los movimientos son infiltrados por personas y grupos violentos que buscan romper, desde adentro, a los mismos movimientos.

- Desde afuera de los movimientos, se crean situaciones o se realizan actos que tienen por objeto exacerbar los ánimos al grado de la violencia.

Pueden ofrecerse, varias explicaciones más por las que un movimiento social, legítimo, puede sobrevenir en violento casi siempre reprobable.

Si un movimiento social legítimo que se expresa de forma ordenada y pacífica muta a un movimiento violento, lo común es que se cuestione su aceptación, salvo que se trate de un movimiento violento en un contexto de violencia (guerra, revolución, etc.)

La crítica a un movimiento social continua o transitoriamente violento, tiene varios efectos, entre los que destacada que diluye o menoscaba los buenos beneficios que el movimiento ha obtenido o provocado, lo que a su vez lleva a un camino de rechazo del movimiento.

De esta manera, si el movimiento se inscribe en un contexto social regular, salvo que la pretensión del movimiento sea definidamente violenta, no parece aconsejable que asuma posturas violentas, por su talante autodestructivo.

La violencia en un movimiento social se puede explicar por muchos motivos; pero en la mayoría de los casos, la explicación no puede justificar la violencia.

Con la violencia, salvo casos excepcionales de extrema necesidad que impone la fuerza, todas las personas pierden, aunque de forma transitoria se opine que se gana, pero ese juicio triunfal menor no es más que un razonamiento falso. Al final, en el recuento de daños, tanto en lo personal, como en lo social, los costos son mayores que los beneficios.

Si uno quisiera expresar los costos y beneficios de un movimiento social sin y con violencia, tendría que anotarlo como sigue:

Beneficios:

MS – V = MS + B ≥ 0

MS (movimiento social) – (menos) V (violencia) = (es igual a) MS (movimiento social) + B (beneficio) ≥ 0 (igual o mayor que cero)

Costos:

MS + V = MS + C ˃ 0

MS (movimiento social) + (más) V (violencia) = (es igual a) MS (movimiento social) + C (costos) ˃ 0 (mayores que cero)

Las notaciones, lo que muestran es que, al final, es preferible en lo general movimientos sociales pacíficos y ordenados, pues estos se inclinarán a no tener costos o a sumas positivas, mientras que los movimientos sociales violentos redundarán en deducciones, daños y quebrantos, cualquiera sea su magnitud.

RYE

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