Acá Entre Nos por Jaime Arturo Vázquez Aguilar
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La movilidad educativa

La inclusión de la educación en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 desencadenó una de las revoluciones más importantes del siglo XX. Bajo este marco, varios países reestructuraron sus sistemas educativos y se registró un crecimiento exponencial en materia de cobertura. Cabe mencionar que en 1950, únicamente el 49% de las niñas, niños y adolescentes en edad de cursar la educación básica asistía a la escuela, en 2020 el 87% estaba matriculado en una institución educativa.

En este escenario, sistemas educativos de economías en desarrollo como Corea del Sur, Finlandia, Polonia, Singapur emergieron entre los más eficientes del orbe; en gran medida, trazaron proyectos de largo plazo, edificaron una base sólida en la educación obligatoria, y se concentraron en la diversificación y especialización de su sistema universitario.

En México al igual que otros países Latinoamericanos, la educación enfrenta retos estructurales; no solo debe sobreponerse a los efectos colaterales del COVID-19, que llevó a suspender clases, modificar planes y programas de estudio, y que miles de estudiantes abandonaran la escuela; sino también, replantear el papel de la escuela y vincular la educación con las vocaciones regionales para estar a la altura de la sociedad del conocimiento y el avance tecnológico.

Aun cuando se ha realizado un gran esfuerzo para consolidar un sistema educativo sólido que eleve la escolaridad y mejore los indicadores de eficiencia, más de la mitad de la población de 25 a 64 años solo concluyó la primaria o la secundaria y únicamente 2 de cada 10 cuentan con estudios de licenciatura o de posgrado, de acuerdo con Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Esto, sin considerar el contraste que hay entre las entidades federativas.

Por otra parte, persisten diferencias socioeconómicas. Un análisis del Centro de Estudios Espinosa Yglesias evidenció que la probabilidad de cursar una carrera universitaria es cuatro veces mayor para los jóvenes que tienen un padre con licenciatura que para los alumnos cuyos padres únicamente cuentan con estudios de primaria. Además, urge vincular la educación con el trabajo, pues la falta de experiencia y los bajos salarios, son los principales problemas que enfrentan los recién egresados para encontrar su primer empleo, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Egresados 2023.

Hay un aspecto que no debe pasar inadvertido, pues la sociedad mexicana le da un peso importante a la educación. La Encuesta Nacional sobre Acceso y Permanencia en la Educación (ENAPE) 2021, reveló que 7 de cada 10 personas mayores de 18 años piensa que mientras más escolaridad tenga una persona, tendrá mayor posibilidad de mejorar su nivel de vida y mejores oportunidades de trabajo. Sobresale que 9 de cada 10 padres de familia espera que sus hijos estudien una licenciatura (77.7%) o un posgrado (9.4%).

En efecto, la educación desempeña un papel fundamental como igualador social y un puente al mercado laboral. De acuerdo con el Banco Mundial, los ingresos por hora aumentan hasta un 9% por cada año adicional de escolarización de una persona. Por ello, es de gran trascendencia que la educación esté anclada a las vocaciones de cada territorio, no solo porque debe considerar el contexto de los estudiantes, las necesidades y el entorno regional, sino también la visión del proyecto nacional para no quedarse en el camino.

Llevamos tres décadas hablando de reformas educativas. Hoy, más que nunca, se requiere una nueva gobernanza, que no solo atañe al gobierno federal y a las entidades federativas, sino que involucra a toda la comunidad escolar, la academia, los empresarios, medios de comunicación y la sociedad civil, para mejorar los resultados de las políticas, valorar sus alcances y limitaciones, y garantizar su estabilidad transexenal más allá del interés político.

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